La Web de ALFONSO ESTUDILLO
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ARTÍCULOS DE OPINIÓN
Año 2000
XENOFOBIA Y RACISMO
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En Psicopatología, el término fobia sirve para indicar un sentimiento anormal, desagradable, de temor, repulsión y ansia, que se produce como una respuesta de reactividad frente a determinadas situaciones o a
especiales objetos.
Xenofobia (del griego xeno, extraño, huésped, y phobeomai, temer), como ustedes bien saben, es un sentimiento de temor, aversión y hostilidad hacia los extranjeros o lo extranjero.
Si contamos el número de sujetos xenófobos en El Ejido, en Hospitalet o en toda España, veríamos que no son más que los padecedores de otras fobias, como puedan ser la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados),
agorafobia (miedo a los espacios abiertos) o la acrofobia (miedo a las alturas), es decir, un número pequeñísimo e insignificante en comparación a la generalidad. No se puede, por tanto, tachar de xenófobos a toda
una población porque, en un momento dado, unos pocos -o unos muchos, como quieran- hayan tenido una conducta xenófoba. Y aún más absurdo si cabe plantear encuestas como las hechas en determinados medios con la
pregunta “¿Cree Vd. que los españoles somos xenófobos?”.
Los españoles, a excepción de esos pocos -que sufren esa fobia como podrían sufrir cualquier otra patología o padecimiento- no somos xenófobos. Y mucho menos racistas, término que deviene de la doctrina y teorías del
francés Gobineau, continuadas por Chamberlain, Gunplowicz o Rosemberg, según las cuales la raza blanca es superior a todas las demás y su rama más pura la aria. (Ello daría origen a parte de la ideología del
nacionalsocialismo y a las bestialidades de Hitler.)
Los españoles, en general, a lo más que llegamos es a ser chauvinistas. Nos gusta nuestra patria y nuestras cosas más que todas las demás. Pero, respecto a los extranjeros, no los diferenciamos ni discriminamos por
esa condición, sino por su poder, fama o belleza, y, principalmente, por su status económico. Lo normal, vaya. A un jeque del Pérsico lo miramos con admiración cuando lo vemos llegar a Marbella en su yate y con un
séquito de cuarenta Roll Roices. En cambio nuestro gesto se vuelve despectivo ante un moro -o un señor de Cuenca- con alpargatas y calzones remendados. Es lo mismo que nos pasa cuando vemos a la Claudia o a la Naomi:
se nos pone los ojos redondos y nos asaltan las ideas de un tigre. En cambio, si es la solterona del segundo derecha, la cara de loro del bigote y la verruga en el labio, escupimos por el colmillo y nos falta tiempo
para salir huyendo.
Desengáñese, aquí “to er mundo es güeno” mientras que tenga pesetas, ...o dos buenos argumentos que “jalen” como carretas.
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