La Web de ALFONSO ESTUDILLO
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ARTÍCULOS DE OPINIÓN
Año 2000
BUENOS TIEMPOS
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La palabra economía, que en su principio, como ustedes saben, deriva del griego oikonomia, y cuyo significado es el de recta administración de la casa, se diluye en un mundo de complejidades cuando
complementa su nombre con otros vocablos que la hacen gozar de innumerables acepciones: economía de mercado, economía de estado, de tráfico, financiera, política, etc., etc. Decenas de modalidades, cada una de ellas
con sus objetivos y particularidades.
Pero ninguna de ellas es la que nos interesa a los sufridos ciudadanos de a pie.
A los currantes, a los obreros, empleados y funcionarios, a los profesionales, a los pequeños comerciantes y empresarios, a los que, en suma, sólo vivimos de dar el callo cada día, la única economía que nos interesa
es la normalita, la simple, la que incide en nuestra familia, en nuestro bolsillo y en el pan nuestro de cada día.
Y nos interesa porque -cenicienta ella- no camina pareja, no avanza, no se amplia en posibilidades como lo hacen la de los propietarios de las grandes empresas y negocios, o, si quieren, por llamarlo de manera más
objetiva, de la Banca, de los banqueros y sus amigotes de trastienda, de sus íntimos, compadres, yernos, favoritos y toda la amplia y selecta caterva de adláteres.
Basta mirar la prensa para sorprenderse (es un decir) con los ya archisabidos titulares: «El Banco TalCual y MásCual gana 280.000 millones de pesetas después de impuestos en el último trimestre. Un 40% más que en el
mismo período del año anterior.» Y, claro, miras tu bolsillo vacío y la cuenta de ahorro con números rojos y entiendes de dónde han salido tantos millones. Y tu mente -puñetera ella- bulle sin poder encontrarle
argumentos a la lógica. Sólo aciertas a musitar una abreviada exégesis: «Digo, ...y sin pistola ni ná.»
La economía, según convienen profesionales y tratadistas, es un arte y una ciencia. Nada que objetar. Se advierte el «arte» que tienen los inseparables compadres Gobierno/Banca para ajustar las cuentas de forma y
manera que todos -todos ellos, claro- estén contentos y nadie rechiste. Y la «ciencia» la bordan con simple operación matemática: «Duro pa ti, duro pa mí... duro pa ti, duro pa mí... y la calderilla pa subirle el
1,7% a nuestros currantes, que pa eso lo han trabajao.»
Por cierto, fue justamente allí, tras acabar el acostumbrado y diario reparto, cuando, el guajamán de la tertulioeconomía, al ver los rebosantes bolsillos y las ampulosas sonrisas que amofletaban las vivarachas
caritas de sus sociocompadres más queridos, dijo la célebre frase: «España va bien»...
Y no se me rían...
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