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POESÍA
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NO LE DIGÁIS QUE SÓLO ES HOMBRE
Paso a paso, carne a carne, sueño a sueño
transcurre el hombre,
ahíto siempre de inquietud, de sed de cielos,
pintando rojos cauces y universos
allí donde la luz es sólo piedra.
Se yergue y vuela y canta
y hasta quiere ser poeta
de sus caminos quebrados,
y se sueña a sí mismo,
personaje eterno de su eterna comedia,
esperando algo... nunca sabe qué,
pero espera,
quizás a escribir otra historia,
más bella,
o quizás a parir el libro que lleva su nombre,
diario de carne
que guarda en lo hondo de su misma esencia
escrito en borrador de cicatrices.
Y aguarda...
bajo una luna pálida y estrecha
aguarda a que el azul lo recompense,
aguarda a que sus manos y la estrella
se unan un instante, y la tierra,
oscuridad tendida bajo un hálito de carne,
brille más cuando no estorbe lo imposible.
Y aguarda...
Aguarda siempre,
espera amanecer envuelto en horizontes
y hallar, venciendo las distancias,
otros soles
que traigan otra luz,
otro soñar,
cálidas ondas
que arrastren potentísimas las brumas
que le crecieron en las viejas grietas de la memoria.
Espera, sí,
aguarda del azul las redenciones
de aquellas soledades tan guardadas,
otros crepúsculos sin cárdenos cuchillos
que aporten cicatrices a la piel del alma.
Aguarda, sí, aguarda...
Pero no le digáis que sólo es hombre,
efímera materia condenada,
no le digáis que sólo es tierra
y hay brazos de silencio que le aguardan.
No le digáis que es polvo y tumba
y no hay después de alas o puerta falsa.
No le digáis que sólo en sueños
se logran traspasar esas distancias...
No le digáis que sólo es hombre,
no le digáis que sólo es nada...