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Ya sabemos que desde el inicio de la incivil guerra 36-39 las
provincias costeras cantábricas de Asturias, Santander, Vizcaya
y Guipúzcoa, aisladas del resto de la España republicana,
tuvieron que luchar y subsistir con sus propios recursos y los
que le procuró el Gobierno Central, que no fueron pocos, pero
que necesariamente habían de llegar por mar, ya que la frontera
francesa y con ella Irún y San sebastián pronto cayeron en poder
de los Tercios de Requetés del General Mola. Como "fuerzas
navales" sólo contaban con el escasísimo apoyo que le podía
proporcionar el "Torpedero nº 3" armado con 3 pequeños
cañoncitos de Nordenfield de 57 mm. y 3 tubos lanzatorpedos de
350 mm. (pero sin los torpedos). Después lograron artillar
varios "bous" y "bacaladeros" con piezas de 75 ó 101 mm. Sus
oponentes: el acorazado "España", crucero "Almirante Cervera",
destructor "Velasco" y una gran flotilla de "Bous". Cuando no
tenía "mejor cosa que hacer" también navegaba por sus aguas el
crucero "Canarias".
Al abandonar las aguas cántabras la flota Republicana después de
su breve estancia de menos de un mes (septiembre-octubre del
36), no hubo actividad alguna por parte de los buques
nacionales; pero lo aprovechó cumplidamente el "A. Cervera"
para, en unión del "Canarias" en su primera salida a la mar en
misión de guerra, asestar el genial y auténtico "golpe de mano"
que supuso arrebatar al enemigo el importantísimo e
inconmensurable dominio estratégico del Estrecho de Gibraltar,
decisivo en gran medida para el curso de la guerra.
El único buque de superficie que quedó en el Cantábrico para
desesperación de los vascos-cántabro-astures fue el destructor
"José Luis Díez" y 3 submarinos, los que ante la escasez de
combustible, averías, intrigas políticas, sabotajes, traiciones,
etc., sus actuaciones fueron deplorables. Los buques que ambos
bandos mantuvieron en actividad fueron los "bous", llegando
incluso en una ocasión a enfrentarse varios de ellos
pertenecientes a la Marina de Euskadi contra el "Canarias", en
"singular combate"-una especie de David contra Goliat-, al que
lograron hacerle un impacto de 101 mm. El proyectil rozó primero
contra uno de los candeleros de la borda y, desviándose, perforó
la plancha del puesto de observación "B", y ya en el interior de
éste, explotó alcanzando en ambas piernas al guardiamarina José
Mª Cherigina, causándole heridas de suma gravedad, hasta el
extremo que le provocó la muerte. Era natural de San Fernando.
Hay que hacer resaltar que fue el único "rasguño" que por acción
de guerra sufrió el crucero "Canarias" durante toda la guerra.
Como es de imaginar, el "duelo" entre "bous" y crucero, no
finalizó como la historia de David...
Paradógicamente mayor riesgo corrió el "Canarias" en la mar en
una de sus numerosísimas singladuras. Concretamente el día 13 de
marzo de 1937, en aguas del Estrecho de Gibraltar, navegando en
medio de una espesísima niebla con visibilidad de poco más de 20
mts., en la que iba dando los reglamentarios toques de sirena
-máxime al ir acompañado del crucero "Baleares"-, cuando de
repente se les apareció por su banda de estribor una gigantesca
sombra, más negra que la oscuridad que le rodeaba y que en
escasísimos segundos se transformó en la proa de un buque de
gran tonelaje que cruzaba el estrecho a bastante velocidad, en
sentido casi perpendicular a él. Viraron rápidamente a babor,
ordenándose mayor velocidad, pero fue imposible evitar la
colisión a la altura del último décimo de su eslora,
precisamente en el codaste, envueltos en el mayor suspense y con
el ¡ay! incontenible en las mentes de todos los testigos de tan
inevitable catástrofe. El golpetazo y las horripilantes
estridencias de planchas de acero rotas y retorcidas, y de
estructuras destrozadas y arrancadas de cuajo, motivaron gran
consternación en cuanto lo escucharon. El contrincante había
sido un mercante griego de unas 8.000 Tn. de desplazamiento, el
cual presentaba en su "chafada" proa un enorme boquete por haber
sido destroncada totalmente su roda. A los veinte minutos
escasos se hundía el mismo, siendo recogida su dotación por un
mercante inglés que navegaba muy próximo. El "Baleares" había
acudido también por si precisaban ayuda.
Las averías que presentaba el "Canarias" en su codaste de Er.
consistían en una enorme y ancha brecha con multitud de
desgarros en todas direcciones, con destrozos en cuadernas,
angulares y baos, con planchas cortadas y retorcidas y en parte
fundidas por la enorme temperatura generada en el violento
choque. Multitud de remaches saltados y pendiendo del costado
trozos de planchas, cuadernas y angulares destrozados. Por
designios de la Divina Providencia la brecha se había detenido a
unos centímetros de la línea de flotación. No se produjeron
bajas entre el personal. La verdadera suerte consistió en que la
colisión no se había producido en sus cámaras de máquinas o
calderas, lo que hubiera ocasionado gravísimas averías de
consecuencias imprevisibles y segado las vidas de muchos de sus
servidores.
Como anécdota hay que referir que una de las anclas del buque
griego, de 3.000 kg. de peso, quedó "colgada", pendiente de dos
desgarraduras, en el interior de la camareta de Alféreces de
Fragata, con su cruz perfectamente horizontal. Este hecho
realmente encierra todo un poema.
Hay que referir que la hélice de popa de la banda de Er. sufrió
la pérdida de una de sus palas, posiblemente por haber entrado
en contacto con la cadena del ancla citada, evidenciándose que
la misma había servido de "escudo" aminorando la penetración en
el casco.
El "Canarias" en unión del "Baleares" entraron en el puerto de
Algeciras donde fueron evaluadas las averías descritas.
Seguidamente el buque se trasladó, navegando con las máquinas de
proa, a los Astilleros de Matagorda en Puerto Real (Cádiz),
donde se repararon las averías del casco e internas.
Posteriormente, y por no existir dique apropiado en los
astilleros de la bahía gaditana, navegó a Ferrol para reemplazar
la hélice inutilizada y aprovechar para limpiar fondos.
Con la entrada en servicio del minador "Júpiter" fondearon los
nacionales "campos de minas" en el Cantábrico -aun cuando ya lo
habían hecho con anterioridad algunos "bous"- con la lógica
intención de que "volaran" en ellos los buques de guerra
enemigos y mercantes que intentasen burlar el bloqueo, pero se
dio la paradoja, que creo que la única víctima de estos
artefactos fue el "abuelo", el acorazado "España", el cual se
hundió en pleno día frente a Santander, el día 30 de abril de
1937, seguramente por estar erróneamente señalizado en las
cartas de navegación el campo de minas que ellos mismos habían
fondeado. Los más de 700 hombres de la dotación del "España"
fueron transbordados con gran riesgo a su vez, al pequeño
destructor "Velasco", que gracias al buen tiempo reinante
pudieron llegar sin mayores incidentes a Ferrol, pues con
temporal y tantísimos hombres apiñados en sus sollados y
cubierta, no sabemos qué hubiera sucedido.
El día 16 de abril se había incorporado a la lucha en el
Cantábrico, desde Cartagena, el destructor "Ciscar", y los
buques nacionales, pese a la pérdida del "España", continuaron
con el bloqueo y apoyando a sus fuerzas terrestres en su lento
pero incesante avance, dado lo sumamente montañoso de aquel
teatro de operaciones, que discurría a todo lo largo y ancho de
la cornisa cantábrica, pese a contar con un numeroso contingente
de fuerzas marroquíes, ideales para combatir en aquellas
circunstancias. Además se unió a la lucha el Cuerpo de Ejército
Italiano, a través del Puerto del Escudo tras cruenta lucha y
que fueron las primeras fuerzas "nacionales" en ocupar
Santander.
En el mes de octubre del 37 fueron liquidados los últimos focos
de resistencia en Asturias con la ocupación de sus puertos.
De los buques gubernamentales quedaron hundidos en el puerto del
Musel, a causa de incontables bombardeos aéreos, el destructor
"Ciscar" y un submarino. Otro, al estar averiado, fue hundido
por su dotación a 60 mts. de profundidad. El destructor "José
Luis Díez" se refugió en el puerto inglés de Falmouth desde
donde pasó al francés de El Havre. El "Torpedero nº 3", los
"bous" que estaban en condiciones de navegar y los submarinos
"C-2" y "C-4" se refugiaron en puertos franceses, transportando
a numerosos militares y civiles, de los que muchos de ellos se
reincorporaron a la lucha a través de Cataluña.
Los habitantes de aquellas provincias hermanas padecieron lo
inimaginable con la guerra, que se puede sintetizar en la frase
"SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS", mucho antes de que la hiciera suya
Sir Winston Churchill a la vista del tremendo sufrimiento del
pueblo inglés con la guerra en 1940, el que antes había ignorado
a los demás pueblos de la Tierra.
Padecieron hambre, persecuciones, separaciones familiares,
terroríficos bombardeos aéreos a cargo de la tristemente célebre
"Legión Cóndor", muerte y horror, pues no había forma humana de
eludir de ningún modo el implacable "rodillo" de la guerra.
Después, las represalias sumarísimas, los batallones de trabajos
forzados, las deportaciones, etc... y siempre hambre, hambre...
De esta forma finalizó en el Norte de España toda aquella
horrenda y absurda guerra fratricida. Quiera Dios que jamás
vuelva repetirse, pues los españoles somos muy dados a las
contiendas civiles.
BIBLIOGRAFÍA:
La Guerra naval española 36-39, José Cervera Pery. Editorial San
Martín. Madrid 1988
Páginas de gloria de la Marina Nacional Española, Francisco
Valles Collantes. Imprenta Repeto. Cádiz 1938
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