Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 1999 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces

El desarrollo comercial y cultural de la Europa del siglo XV incidió de manera determinante en el aumento de la demanda de enseñanzas y libros. Resultaba imposible obtener suficientes pieles para tanto libro, lo cual se solucionó, como vimos el capitulo pasado, cuando se recurrió al papel como materia escritoria, y aún más imposible encontrar mano de obra que abasteciera el fuerte mercado que se presentaba. Ante tal situación debieron ser muchas las personas que andaban preocupadas por encontrar un sistema que permitiera la rápida reproducción de obras escritas, hasta que, a mediados del XV, Johann Gutenberg en la ciudad de Maguncia encuentra la solución.

Los primeros precedentes de la imprenta son los sellos, usados desde el IV milenio a.C. Del II milenio hemos encontrado el disco de la ciudad cretense de Pestes, con signos desconocidos impresos con unos moldes. El precedente más cercano es la xilografía, capaz de producir múltiples ejemplares de un libro por medio de la impresión mediante una plancha de madera en la que se labraban, en relieve, las imágenes o el texto. Al igual que el papel, fue en China donde se descubrió.

También se han conocido métodos análogos en Europa sin que se sepa que haya existido conexión entre la impresión en madera china y la europea. En China se mantuvo el uso de la impresión en páginas de madera, sin embargo ya en el siglo XI comenzó el uso de tipos sueltos de barro cocido y, más tarde, en metal, con los que podían componer nuevas páginas una vez usados; el gran numero de signos empleados por los chinos, no letras sino ideogramas que representan palabras, unos 5.000 diferentes, evitó el éxito de esta técnica. La impresión xilográfica europea tuvo mucho éxito en el XV. Al principio daba más importancia a la imagen que al texto, abundando los impresos con imágenes piadosas. La xilografía impedía el empleo de las dos caras del papel, pues calaba tan hondo que no podía utilizarse el reverso. Se han conservado muy pocos libros xilográficos, sin duda debido al intenso uso a que fueron sometidos.

Hacia 1400 nace en Maguncia Johann Gutenberg. Se conocen pocos datos sobre su vida pero se cree que pudo recibir aprendizaje como grabador o como orfebre, rama a la que pertenecía su familia, y viviendo en Estrasburgo trabajó mucho en su invento de la impresión. Muchos le atribuyen el descubrimiento al holandés Lauren Jatiazcon Coster o a otros, pero fue realmente Gutenberg el padre de la imprenta al idear la construcción de un instrumento de fundición práctico para la producción de los tipos.

La vida de Gutenberg estuvo llena de dificultades económicas y, para llevar adelante su invento, hubo de buscarse socios capitalistas; Johann Pust fue uno de ellos y más tarde le demandó y le llevó a los tribunales y él tuvo que entregarle su taller y parte de su material. Habían terminado de imprimir la Biblia de las 42 líneas, considerada generalmente el primer libro impreso y el más bello. Luego Fust inició una imprenta con el copista alemán Peter Schóffer que había trabajado con Gutenberg.

El saqueo de Maguncia en 1462 por el conde Adolfo de Nassau provocó el destierro de gran número de ciudadanos y los que habían trabajado con Gutenberg difundieron el arte de la imprenta a lo largo del Rhin. Estrasburgo, Colonia, Augsburgo, Ula y Nuremberg eran grandes centros comerciales en la época y tuvieron en seguida imprenta.
Gutenberg murió en 1468 y otros se aprovecharon de las grandes ventajas económicas de su descubrimiento que era precisamente lo que este perseguía. La imprenta no nació con fines proselitistas ni afán de servicio, sino que Gutenberg explotó una idea que podía proporcionarle dinero.

Los primeros libros que produce la imprenta son llamados incunables, del latín cunabulum, cuna, infancia del arte de la imprenta. Hay polémicas al determinar la fecha en la que se consideran incunables, pues aunque se acepta 1450-1500 también hay ejemplares con casi las mismas características a principios del XVI. Se realizaron tomando como modelo los manuscritos medievales, pues el invento no buscaba originalidad sino rapidez. Pronto se experimentaron cambios debidos a la conveniencia en su fabricación y al variar los gustos del público. Se seguía utilizando la letra gótica, que seria sustituida por la romana que habían puesto en circulación en Italia los humanistas. La mancha del texto también tomó el aspecto compacto de los manuscritos, con grandes márgenes, a dos columnas, sin blancos ni puntos y aparte, y en tamaño folio; pronto las hojas se plegaron buscando formatos más manejables y se facilitó la lectura. Se dejaban espacios para que luego trabajaran iniciales e ilustraciones que fueron sustituidas por las ilustraciones grabadas en madera, iguales que la de los libros xilográficos. 

La más famosa de las Biblias ilustradas en la historia del arte del libro es la Biblia de Colonia de 1478, con 125 ilustraciones de las que se desconoce el nombre del grabador que realizó sus dibujos en la madera y del artista que luego las iluminó. En los incunables los datos identificativos del libro seguían apareciendo en el colofón, al final del libro, pero quizás la aportación más revolucionaria que trajo el libro impreso fue la portada, con las señas de identidad del libro al principio y que no aparecería hasta 1500.

Al crecer el número de libros con la imprenta y abaratarse sus costes, se inicia un nuevo capitulo en la historia de la encuadernación. A finales del XV se inician en Holanda las grabaciones en una plancha de metal, que se van imprimiendo con una prensa sobre la tapa del libro de una sola vez; son las encuadernaciones conocidas como gofrada. En Italia, por su comercio con Oriente, se practica la decoración oriental islámica y aprendieron principalmente la técnica del dorado. También podemos citar como ejemplo la encuadernación árabe hecha en España en la que destacaban las figuras geométricas entrelazadas en forma de cuerdas en lazos o nudos.

El primer país que atrajo el arte de la imprenta fue Italia, que gozaba de una rica vida literaria. En 1465 dos discípulos de Schóffer, Conrad Schwenheim y Arnold Pannartz, establecieron una imprenta en un convento de Subiaco, cerca de Roma. Dos años más tarde marcharían a Roma donde estuvieron publicando siete años, especialmente obras de clásicos latinos. Aquí emplearon el nuevo tipo de letra que desplazaría a la gótica, el romano, de formas redondeadas, sin aristas y por tanto más fácil de grabar y leer. En el gran centro comercial de Venecia se establecieron numerosos impresores y esta ciudad adquirió la preeminencia durante el primer período de la imprenta italiana. Erhardt Ratdolt, en 1476, se estableció en Venecia y sus libros inauguran el arte veneciano del grabado en madera. Ostenta el mérito de haber sido el primer impresor que intentó la impresión policroma.

El impresor comenzó siendo su propio librero, pero pronto aparecieron los vendedores ambulantes y comisionistas en las grandes ciudades comerciales.

La imprenta también llegó en sus comienzos a Holanda, Bélgica, Inglaterra, Francia, a donde tardó en llegar, pero cuando lo hizo se expandió rápidamente y hacia 1500 había unas 70 imprentas en París.

El arte de imprimir llegó a España de manos alemanas. Parece ser que Juan Párix, de Heidelberg, imprimió en Segovia en 1472 el llamado Sinodal de Aguilafuente.

Otros maestros impresores, Enrique Bótel, Juan Plannk y Pablo Horus, trabajaron en Zaragoza, Barcelona, Valencia, Burgos, Toledo y Granada. A finales del XV más de veintiséis ciudades españolas tenían imprenta.




 

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