Añoro tu canto y
el pálido deseo de tus manos
sobre mi pelo, y
ese tiempo de la ternura
y de la concupiscencia.
Añoro mis sentires,
mi súbito clamor, aquella
dulce sensación de llevar
la risa salpicando mi corazón
y un como cosquilleo de campanas
pequeñitas, entre tu piel y mi piel.
Añoro el tiempo ido en
vacío, tantas noches perdidas
así, como un regusto de
palabras cantando,
de besos, de miradas lloviendo
parpadeos.
Añoro enroscarme a tu
cintura y a tu cuello y
encontrar tus manos y el
calor de tu sangre y tu deseo
encandilado,
escanciado, en no se sabe que
llanuras intransitables.
Añoro y añoro, y todo es tan
lejano, distante y perdido
entre brumas de deseo y
calimas de fuego.
Te añoro, entre mi silencio
y mi distancia, entre mi
suplica y mi ternura, entre
tu calidez y mis manos.
ALLÍ, donde se oculta
la Añoranza y la
Concupiscencia.