¿Qué valdría una lágrima
posada en tu mejilla,
si yo, siendo paloma,
volviera de una Mezquita
antes cristiana y después Mora?
Sonaría una dulzaina
en un bosque otoñal
y yo, añorando esa lágrima
bajo un sauce rompería a llorar.
Pero, no me digas cosas tristes
Háblame de tu soñar.
De los duendecillos verdes
esos que te siguen y contigo van.
De esa musa que tanto te dice,
que conecta en la tierra
aunque lejos está, etérea,
inflama tu oído cuando escribes.
VERSOS
Escribo versos para decirte
¡te amo!, qué otra cosa puedo
cuando estoy triste
y no tengo tus besos.
Tanta vida pasada
caminando sin ti.
Sin rozar tu cuerpo
ni acariciar tu mirada.
Fuiste el cielo
la vida entera
con la mirada puesta
en aquel puerto.
Me extraña que no escuches mis versos
estos que te dicen
lo que llevo dentro.