En la Semana Santa del mundo cristiano, que en el presente
año comienza el próximo día 28 de marzo con la salida de "La
Borriquita", la Isla, como toda España, vibra de fervor
religioso al paso de los desfiles procesionales, con el más
acusado título de gloria; porque un pueblo exento de la
verdadera fe es como árbol reseco, sin savia y sin esperanza.
Culminan esos días excepcionales con la multitudinaria procesión
del Nazareno y Jesús Resucitado.
Orgullo nos da a los isleños, o aquí residentes, contemplar esos
brillantes cortejos, fruto del trabajo constante y tenaz de los
miembros de las Cofradías; porque en esta rueda ininterrumpida
que es la vida no puede haber estancamientos o paralizaciones. Y
así vemos cómo esas Juntas de Gobierno nada más terminar la
Semana Santa ya están de nuevo pensando en introducir mejoras
que puedan redundar en mayor gloria de Dios y prestigio de la
ciudad.
San Fernando cuenta con un plantel de Cofradías que nada tienen
que envidiar al de muchas capitales de provincias; unos
cargadores adiestrados en su difícil y penoso cometido, cuya
particularidad es inconfundible en toda la ribera gaditana;
camaristas de manos delicadas y hondo sentido católico, que se
hallan consagradas al exorno de los artísticos "pasos". Y, sobre
todo, con hombres de acción, nobles y desinteresados que con su
entusiasmo logran vencer todos los obstáculos e incomprensiones,
porque los que tienen la ayuda de Dios no pueden fracasar en sus
empeños.
Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado (Medinaceli), es la
imagen popular por excelencia en todo el ámbito nacional. Es la
que más invocan los pecadores en sus momentos de aflicción. En
San Fernando sale el Domingo de Ramos, iniciando los desfiles
procesionales desde la Iglesia Mayor Parroquial de San Pedro y
San Pablo, poco después de haber salido el Señor de Las
Columnas.
La salida de la Venerable Esclavitud y Cofradía de Penitencia de
Nuestro Padre Jesús Cautivo y rescatado, es presenciada en la
Plaza de la Iglesia por una abigarrada muchedumbre, que quiere
rendir tributo de adoración a quien tanto sufrió por regenerar a
la Humanidad. Detrás de la venerada imagen del popular Cristo de
Medinaceli, desfilan, en forma compacta, centenares de personas
de todas las clases sociales de la ciudad, en formación casi
castrense, que impresiona por su austeridad y belleza.
La presencia del Cristo de Medinaceli sobrecoge por su
resignación y humildad.
Todo el recorrido que realiza por las calles de la Isla, en
medio de las filas disciplinadas de centenares de penitentes, se
halla jalonado de un sentimiento unánime de profundo respeto y
veneración.
El finado poeta Pepe Carretero Troya, de recuerdo tan
entrañable, que sentía gran admiración y entusiasmo por las
Cofradías isleñas, dedicó al Cristo de Medinaceli sus
sentimientos, de los que recogemos la estrofa siguiente:
Padre de la Humanidad,
Padre Jesús del Consuelo;
Por Tu infinita bondad,
Tú, Rey de la Tierra y Cielo...
¡Ten de nosotros piedad!