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Fue mi hermano José Mª el causante de este artículo, pues
cuando paseábamos por la playa de Campo Soto, y al comentar los
últimos números de la revista, se empeñó en quererme convencer
de dar una sistemática a mis paseos, como si lo que te pide el
cuerpo fuera cosa de las matemáticas y no de sus necesidades.
Pero, como a veces lleva razón (casi nunca), el comentar algo de
la Población de San Carlos podría ser el marco de algún trabajo.
Es en el reinado de Felipe V cuando comienza para la Isla el
proceso de transformación del Lugar de la Puente al actual San
Fernando. La casa de Borbón recibe en la persona del Duque de
Anjou y de su tío Carlos II el Hechizado la corona de España y
de las Indias, haciendo éste su entrada pública en Madrid el 14
de abril de 1701, pero las pretensiones del Archiduque de
Austria a la corona de España, apoyado por Inglaterra y Holanda
que aspiraban a una parte del Imperio, trajo como consecuencia
la llamada Guerra de Sucesión, que durante once años ensangrentó
los suelos de nuestra patria. La paz de Utrech de 1713 puso fin
a las hostilidades, aunque sus ultimas consecuencias como fue la
entrega de Gibraltar a los ingleses aún las estamos sufriendo.
Cuando Felipe V se afirma en el trono, una de las cuestiones
preferentes es la creación de una marina en consonancia con su
gran imperio, pues los resultados de la guerra le convencieron
de que sin ella no podía asegurar el trono ni la prosperidad de
la nación, y aconsejados por su Primer Ministro, Cardenal
Alberoni, crea un ministerio que, con el rango de Intendente
General, se ocupase de todo lo referente a la construcción y
equipamiento de su nueva marina.
El 28 de enero de 1717 nombra para tal cargo al milanés D. José
Patiño, el cual no tarda en visitarnos, pues llega a Cádiz el 11
de febrero (fue cumplimentado por las autoridades el 2 de
marzo), con la idea de inspeccionar el terreno para la creación
de una academia para la formación de los futuros oficiales de la
Armada y la potenciación del comercio con las Indias. Como
consecuencia de ello, el 12 de Mayo de 1717 se ordena el
traslado de la Casa de Contratación a Cádiz y la publicación el
16 de Junio de 1717 de unas Ordenanzas de carácter obligatorio
para la Marina Española. Simultáneamente con esa Instrucción,
Patiño ordena la construcción del Arsenal de la Carraca, cuyas
obras comenzaron en 1721.
Durante marzo de 1729 se produce la visita a la Isla del Rey
Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio, y el juego que
nuestras autoridades le dieron trajeron el fruto de que
“casualmente” el 31 de mayo de dicho año se edita el decreto de
incorporación a la corona del Puerto de Santa María y de la Isla
de León. Tuvieron que pasar largos años para que se llevara a
cabo la idea de Patiño de separar los asentamientos de las
marinas civil y militar, pero con el traslado definitivo a la
Isla del Departamento Marítimo en 1769 se consigue.
Para alojar a la gran cantidad de personas desplazadas se impone
la construcción de cuarteles y alojamientos, y surge la idea de
la edificación de una ciudad militar que cumpliera los objetivos
de amplitud y cercanía. Se escogió como sitio idóneo un lugar
conocido como Monte del Duque, pequeña elevación de terreno que
el Duque de Arcos dedicaba a cantera, y de los terrenos anejos a
él que pertenecían a D. José de Cazalla, Marqués de Torre Alta,
Doña Juana Ricardo y del Marqués del Parque, siendo adquirido
los terrenos entre 1775 y 1785. Por real Orden de 1 de julio de
1786, la población pasa a denominarse de San Carlos, en honor
del monarca entonces reinante, Carlos III. La situación de los
terrenos (es la actual) está al norte de la población y cercano
al Arsenal de la Carraca.
El desmonte y aplanado que se realizó de los citados terrenos
comenzó el 2 de enero de 1779 y terminó el 2 de mayo de 1788, y
la dirección de estos trabajos estuvo a cargo del Capitán de
Navío D. Vicente Ignacio Imperial Digueri, inspector general
para las obras del Departamento, y a sus inmediatas órdenes D.
Julián Sánchez Bort. El proyecto original, que lo realizó
Francisco Sabatini, a la sazón arquitecto principal de Carlos
III, parece ser que tenía forma pentagonal, pero posteriormente
se trazaría en forma de un paralelogramo de 940 varas de largo
por 630 de ancho, para quedar en 900 por 640 como se recoge en
el plano de Imperial Digueri de 1788 y en la carta náutica de
Vicente Tofiño.
La distribución dentro de este ancho espacio tenía forma
reticular formando una serie de manzanas de edificios y dos
grandes plazas; las edificaciones oficiales lo formaban el
Cuartel de Artillería, la Academia de Pilotos, el Hospital, dos
cuarteles de Batallones de Marina, la casa del Capitán General,
la Intendencia, la Tesorería, la Academia de Guardias marinas y
la Iglesia Parroquial; el resto formado por cincuenta y siete
edificios tendrían un carácter particular y estaban destinado a
acoger al personal de la Armada.
Las calles tendrían una anchura de diez varas, excepto las que
cruzaban la plaza principal que la tendrían de 16 varas; todos
los edificios, para tener más realce, deberían contar con cuatro
pisos sobre pórticos, excepto los destinados a hospital y los
cuarteles, por razones de economía y para poder aprovechar los
pisos inferiores.
El ritmo de las obras fue rápido al comienzo, pues en 1788
estaban casi terminados el Cuartel de Batallones, la Capitanía
General, la Intendencia y parte de la Iglesia, aunque los
edificios habían sido simplificados y suprimidos los pórticos,
pero la penuria económica del momento no permitió la continuidad
de las obras; a pesar de todo, el Cuartel de Batallones se
termina en 1794, sobre 1797 la Capitanía General y la Iglesia y
la Academia de Pilotos, que estaban dentro del actual edificio
de la Escuela de Suboficiales, se terminó en 1798, aunque luego
este edificio se destinó a otros usos.
El estilo de toda la población es el neoclásico, sin concesiones
a la iniciativa personal y no dejando nada sin prever ni
ordenar, como mandaba dicho estilo. Aunque los avatares de la
historia no permitieron la consecución feliz de tan admirable
proyecto, si nos ha dejado una gran zona de expansión para la
ciudad, con una comunicación fácil una vez finalizado el
problema del paso a nivel de la estación.
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