Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 1999 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces

De día, en bares y restaurantes, vemos adultos acudiendo a su cita semanal con el vino o la cerveza. Por la noche vemos chavales con ojos descentrados y verbo fácil pululando por los pubs, discotecas, aparcamientos, plazas y calles de nuestros pueblos y ciudades. A todos ganan en constancia los que, como yo, estamos en una edad intermedia (30 años) y, por tanto, bebemos de día y de noche. En fin, todos bebemos y charlamos y seguimos bebiendo hasta alcanzar ese deseado «puntito» que nos pone graciosos y suelta la lengua. Así somos algunos de los habitantes de esta ciudad.

Como nuestra sociedad se va de copas cada fin de semana, se piensa que nos encontramos ante un problema de salud pública. Antes no se pensaba así. El cambio de postura se debe al progreso de la ciencia médica que, al investigar los efectos del consumo de alcohol, no encontró beneficios para la salud, contrariando las creencias populares al respecto. Ahora, beber es malo. Ya no está bien visto desayunarse un copazo de brandy o mojar los chupetes en vino dulce. Ahora, cuando tomamos una copa, sentimos que hacemos algo que no está bien, algo que nos perjudica. La antigua y muy española costumbre de estar colocados se ha tornado en perniciosa e indeseable conducta que debe ser controlada o erradicada. Ahora, víctimas de una mala costumbre, resulta que todos somos alcohólicos de fin de semana. Entonces, ¿por qué no dejamos de beber? ¿Qué beneficios psicológicos (nunca más «biológicos») justificarán el consumo de esta droga?

En busca de respuestas acudí a un manual de psicología escrito por un norteamericano. Contra lo que podría suponerse, no condenaba el consumo de alcohol. Sostenía que sus efectos, en la dosis adecuada, son relajantes e inhibidores de las conductas agresivas, mientras que en grandes dosis propiciaba la agresividad.

También acudí a la Historia general de las drogas de Antonio Escohotado. Clasifica el alcohol como una «droga de paz», en el sentido de que no conduce a un estado de energía en los organismos sino a uno de relajación. También habla sobre los efectos que provoca en los bebedores: «Lo despreciable de la relajación es patosería, cháchara estúpida o reiterativa, insensibilidad, aturdida avidez, daño al cuerpo y arrepentimiento al día siguiente. Lo deseable de la relajación es jovialidad, comunicación, desnudamiento. Como siempre, el fármaco es veneno y cura, remedio y ponzoña, que sólo la conducta individual convierte en una cosa, la otra o algún término medio.» Así, parece que podemos tomar unas copas y luego dormir la mona con la conciencia tranquila. 

La ciencia médica no puede deslegitimar del todo nuestra antigua costumbre. Existe, menos mal, algo deseable en el consumo de alcohol a pesar de los pesares. Parece que hay beneficios psicológicos o sociológicos que pueden justificar adecuadamente su consumo. En efecto, reiterando las ideas de Escohotado, hay tres motivos que nos inducen a coger un puntito: «jovialidad» (nos reímos más, los pies se vuelven ligeros y tendemos a cantar y bailar), «comunicación» (nos enfrascamos en todo tipo de conversaciones sobre lo divino y lo humano) y «desnudamiento» (no en vano decían los antiguos que in vino veritas).

Ahora bien, ¿por qué queremos beber los que somos o nos sentimos «jóvenes», los que tenemos un grupo de amigos con los que nos pasamos el fin de semana «charlando» y los que no tenemos pelos en la lengua? Y no sólo eso. Lo cierto es que algunos aprovechan los días y noches festivos, no para coger un puntito, sino para coger uno enorme -llámese borrachera, melopea, coloconazo o, en términos adolescentes, un «ciego»-. ¿Por qué algunos se empeñan en alcanzar una intoxicación tan grave? ¿Qué beneficios tiene la ausencia de sensación y pensamiento? Si por lo menos, al día siguiente recordase algo... pero, ni siquiera eso. ¿Qué puede conducir a alguien a tan absurdo resultado?

Si utilizamos la terminología platónica, diremos que no hemos sabido contener nuestros apetitos, que no supimos dominar los naturales deseos bebedores de nuestra alma concupiscible, bien porque nos faltó prudencia en el pensamiento o bien porque nos faltó fortaleza en el ánimo. Traduciendo, encuentro dos tipos de explicaciones a este comportamiento: a) Se coge la borrachera queriendo, buscándola; b) se coge la borrachera porque nos falta autocontrol, bien porque algunas veces nos excedemos sin darnos cuenta, bien porque el alcohol es una droga que provoca adición. Ahora bien, parece que el segundo tipo de causas serán las más comunes. 

Pero, ¿puede haber alguien que se emborrache por motivos que podríamos denominar «éticos» o «metafísicos»? ¿Puede alguien buscar en el alcohol un modo de llegar a una especie de «nirvana», a la nada del ser, al vaciamiento de los pensamientos, los deseos y las pasiones? Y no sólo me refiero a todos aquellos seres traumatizados, frustrados y hechos polvo. No. Mi pregunta tiene más que ver con la gente psicológicamente sana. En realidad es una sugerencia: me planteo que quizás más de uno encuentre que su vida es absurda, que no tiene sentido, que es una especie de tortura, y que el alcohol -como droga predilecta de nuestra sociedad- funciona a modo de «aligerador de la existencia».

Mi sugerencia es brutal. Me la planteo unos dos meses después de haber leído un libro inquietante, La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, que dibuja al hombre contemporáneo con los colores del nihilismo. Mi sugerencia es, por tanto, un cierto diagnóstico que algunos filósofos y escritores hacen de nuestra cultura.

Es, más que una sugerencia, una impresión que tenemos algunos de que las cosas del hombre van mal, sin rumbo. Pensamos que existe el «borracho metafísico», figura emparentada al consumista, al nihilista, al teleadicto, al playa-adicto. El alcohol es sólo su forma de expresión. Pienso que está ahí, junto a nosotros, en las calles y en los bares, preguntándose por qué está vivo si no tiene ninguna misión que cumplir. Su conciencia es su tortura y la copa su respuesta.





 

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