He leído, Miguel, tomos completos
que en la vida llenaron tu existencia,
y he vivido con ellos la creencia
de que todos descubren tus secretos.
Son los besos del alma, tan inquietos,
que pregonan tu enorme inteligencia,
y en su rima se asienta la cadencia
de esa musa que inspira tus sonetos.
Son así, como el ave que sustenta
la amorosa expresión de tu poesía
en el nido del verso enamorado,
y lo creo, Miguel, porque se enfrenta
a esa enorme legión que en ti confía
y que siempre en tu rima se ha encontrado.
AMOR Y PRIMAVERA
Verás nacer, amor, la primavera.
Como una aurora abierta a la poesía.
Como un ciprés que luce su hidalguía
y entre besos del aire se esculpiera.
Será su renacer como una hoguera
que rescolda la lumbre cada día
y al calor del amor, esa agonía,
con la voz de su Alma se impusiera.
Será su manantial, triste y severo,
cuando fluya esa luz que se apresura
a bañar en el río su esperanza.
Y en su cauce fugaz, junto al romero,
brotará, cual veloz cabalgadura,
esa paz de la bienaventuranza.