Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 1999 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces

Las estadísticas cantan y en este caso, por desgracia, su canto es como un alarde de tragedia donde se hace preciso recoger su mensaje.

Ellas demostraban cómo en los años pasados era raro que una madre de más de 35 años pudiese pasar por la tragedia de tener un hijo etiquetado como mongoloide; con una idiciocia como forma de inmadurez mental, que hoy se llama ya síndrome de Down, es decir que era difícil que una madre de menos de 35 años tuviese un hijo con una trisomía 21, que es el síndrome de DOWN. Posteriormente, a partir de 1978/79, el Doctor Arbelo eminente Puericultor de la Clínica de la Paz de Madrid, estudiando a 83 recién nacidos mongoloides encontró, con sorpresa y preocupación, que más de la mitad eran hijos de madres que ellos llaman no añosas, es decir, de menos de 35 años. La cosa es verdaderamente preocupante, por que todas nuestras ilusiones por evitar al máximo el mongolismo controlando la edad de las madres se vienen abajo.

Pensando sensatamente desembocamos en el único callejón posible que nos lleve hasta la tragedia que se nos conduce de la nueva forma agotadora de vivir de la mujer: de su agobio desde muy joven hasta el agotamiento en la urbe superpoblada y no precisamente purificada en su ambiente, de su facilidad cada vez mayor para llegar hasta el drogadismo y el alcoholismo, con un tabaquismo exagerado, etc...

Lo que el doctor Arbelo denomina la masculinización social... que una mujer puede ser, ya lo creo, muy mujer sin necesidad de ser hombre...

Inteligencia y fuerzas le sobran, sinceramente, porque esta masculinización precoz, persistente, produce en todo su organismo y, como ~ en su sistema la posibilidad que repercuta en su función fecundante que desemboque en este desastre congénito fecundante fatal...

Habrá que luchar contracorriente, estudiar las circunstancias de la mujer cada día, que va a ser madre y procurar colocarla en la situación más óptima para que cuando y como su forma de vida y sus condiciones de reposo y de trabajo puedan garantizar una normalidad en los hijos que Dios le pueda conceder...

Muchas veces, ya lo creo, se equivocó Napoleón hablando de las mujeres (y de la música) pero nosotros insistimos que una de las cosas que dijo verdaderamente ciertas fue que «EL PORVENIR DE LOS HIJOS ES OBRA DE SU MADRE».

Aunque Bonaparte no lo dijera precisamente, como es natural, conociendo este importantísimo problema que sacamos hoy a la luz impresionados por su impronta actual ya que todas nuestras ilusiones viejas, antiguas, de evitar el mongolismo controlando la edad de la madre (forma demasiado sencilla) se vienen abajo entonces, nada menos y nada más.





 

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