¿TIEMPOS NO FAVORABLES PARA LA POESÍA?
por Juan Mena
Es cierto que hoy hay más concursos para poesía que nunca y
más publicaciones de versos que en ninguna otra época. Algunos
de esos concursos económicamente tan bien dotados que estimulan
a muchos poetas a la aventura del concurso. Se editan, además,
muchísimas revistas, unas para poetas consagrados y otras para
conocidos y aficionados (que ello no quiere decir que entre esos
«conocidos» no haya también «consagrados»). Se publican más
antologías que en otras épocas en las que esos «consagrados»
figuraban siempre como guías de sus promociones.
Si nos preguntamos, a tenor de lo expuesto, por el auge o la
decadencia de la poesía, nos inclinaremos por la visión
optimista. Y eso que don Antonio Machado no le auguraba mucho
porvenir a la lírica. Léanse las declaraciones de su Abel
Martín. Por lo visto, en la época en que el gran poeta sevillano
escribía esa como impresión profética, no había buenas
perspectivas. ¿Qué diría si viese el panorama reseñado líneas
más arriba?
Sin embargo, no nos pongamos eufóricos. No es oro todo lo que
reluce. Las exigencias culturales de nuestra sociedad actual
conlleva la promoción de la cultura como un expediente, piensan
algunos. Ello favorece la inflación de la concursografía. Pero,
a pesar de su espejismo, los poetas han de estar agradecidos a
esta casi normativa de ciertas entidades culturales.
Ahora bien, ¿es nuestra época propicia a la poesía cuando vemos
tanta violencia, tanta guerra, tanta hambre, tanta vaciedad en
la pequeña pantalla. Por otra parte, le televisión mete en los
hogares una cierta homogeneidad de gustos, es el indiscutible
árbitro de las preferencias merced a su influyente propaganda.
Hoy, que vivimos bajo el signo de lo anglonorteamericano, nadie
escapa a una influencia de lo pragmático; además, los
telefilmes, las telenovelas y la publicidad bombardean el
interés de los televidentes. De hecho, la televisión se ha
convertido en una guía de la cultura de las masas. ¿Tiene la
gente de hoy predisposición para la poesía? En esta gente habría
que ver a la que compra libros o tiene un cierto nivel de
conocimientos medios. A pesar de que la poesía no se lleve,
digamos como Bécquer: «No digáis que, agotado su tesoro, / de
asuntos falta enmudeció la lira. / Podrá no haber poetas, pero
siempre / habrá poesía».
Y es que los temas que han alimentado siempre a la poesía están
ahí como hace milenios; lo que ocurre es que las modas, amén de
variantes y necesidades culturales y no culturales, han decidido
sobre el protagonismo de la lírica. Y creo que no vale decir que
la poesía no se pone en primer plano del interés de la sociedad
porque falten poetas que sepan llevarla a los ojos de los
lectores. Es que la Historia tiene su mecanismo y en el de ahora
la poesía está ahí como un anacronismo venerable. Pero, de lo
que no hay duda alguna es de que la gente sigue teniendo su
corazoncito y siempre habrá quien, a espaldas de los imperativos
de la Historia, leerá a un poeta de su gusto, o llevará en su
memoria fragmentos de un poema que encendió su asombro en un
momento de sentimiento inolvidable.
La poesía será siempre una notaria anónima de gustos íntimos y
de unos instantes cuya felicidad no tiene fecha ni moda
preestablecida.