Si me dieran cuartelillo aunque sin fusil
en una rompiente cansada de futuro
carrillos de viento aventaría la siega
y mis canciones en pesadas burbujas
canturreando en el tedio que se asila
renovaría ánimos a merced del Dios Eco
en éste arroyo vital que se diluye.
El ímpetu se dobla tachando renglones
y los labios de poesía deslía trastornos
suplicando celajes a una boca sonreída,
para escombrar un soldado a destiempo.
Una accidental rama de identidad
sitiada en la mar de crespada orilla
olvidó sanear raíces venenosas,
sin embargo los dulces besos arrodillados
ablandaron los terrones en bosque amenazado.
Como grito rotundo se fue arqueando el puente
sobre un perfil de colinas y recodos
en sembrados de hierbas que adormecen.
Escuché la voz lanzada desde el mar
el aviso de las aves que costean
el anuncio de largas tormentas azules
y comí mi pan de hambre de justicia.
Anduve delicadamente revelando ceremonias
en días más serenos, sin alas,
que suerte y soledad acompañaron abrazadas.
Si me dieran cuartelillo, ya fuera sin fusil
cuando ahora el ojo refleja grises cercanos
todavía la cara del insomnio permanente
podría alcanzar el día a día más conveniente
elegir un presente no tan perecedero
para observar un océano de lenguaje y luz,
en los últimos rincones sin otro compromiso.
Es mejor el olvido en cenizas
que el olvido vivo,
el cobarde muerto que el vivo,
el fracasado, abatido, que con cuerda
un muerto muerto, que muerto con vida.
Preferible que un atormentado muera
a que viva.