Rincón de la Poesía
I Me estoy muriendo tan de poco en poco que nadie se da cuenta de mi muerte, que nadie ve que ya no soy tan fuerte ni que casi por nada me desboco. Es tanto mi sufrir que cuanto toco se queda en un morir seco e inerte, ya no hay nada que gire con mi suerte ni la suerte es mi suerte ya tampoco. El corazón lo tengo comprimido porque el dolor, doliéndome, se ha ido dejando como un fardo de amargura... Quedarse en pie le cuesta a mi esqueleto. Nada me vale ya mi parapeto porque la muerte ronda mi estatura. II Quiero morir mi muerte a bocanadas brotándome la sangre a borbotones; no quiero que me den ni dar razones si es que rompo mi alma a dentelladas. Las muertes están todas señaladas por Aquél que nos dio todos los dones: el amor para abrir los corazones, el dolor que acribilla a puñaladas. Cuando me quede sólo el esqueleto, sin tendones ni músculos ni venas, ni siquiera de sangre ni una gota, habré logrado superar el reto de morirme rompiendo las cadenas hacia una LIBERTAD que no se agota.
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