Me pongo a escribir este artículo en la mañana del domingo
13-J, justo al volver de cumplir con mi derecho-obligación a
meter unas papeletas en las urnas. Un sencillo acto éste que no
viene forzado por sueños o quimeras -ya sabe Vd. que, en esta
cosa que llaman política, a la confianza e ilusión le resta las
realidades y es siempre cifra negativa- sino que viene
propugnado por la convicción de que es obligatorio, cuando
menos, el hacernos merecedores de lo que tenemos.
Naturalmente, cuando Vd. lea estas letras ya habrá pasado todo.
Habrá terminado -y comienza una tregua de cuatro años- la soez e
incalificable batalla que hemos tenido que soportar a diario en
la “teleleche” -la tontuela esa que nos cuenta las mentiras en
colores-, en donde los insultos y las descalificaciones
personales, por parte de unos y de otros, nos hace añorar los
tiempos aquellos en que los caballeros se comportaban como
caballeros, como personas serias, como señores... y si no había
tal, el guante a la cara, padrinos al canto y con las armas que
Vd. quiera.
Sorprende también el elevado número de partidos políticos que
tenemos en nuestras Españas. No sé cuántos exactamente, pero, en
unos minutos dedicados a ver espacios electorales, pasaron
tantos -de los que no tenía ni zorra idea- que perdí la cuenta.
Todos con su encorbatado personaje cabeza de lista (y de listo)
pretendiendo salvar al mundo y, de paso, buscarse un hueco allí
donde el poder y la gloria que le resuelva lo que de otra forma
jamás consiguiría.
Si a esto de que son la tira los que quieren tener su propio
partido le suma Vd. la bochornosa y ya referida guerra por el
poder, le sale un resultado que, forzosamente, le lleva a
reflexionar y a plantearse que cuando un político le dice que su
único interés es “servir al pueblo”, que está en política porque
quiere “trabajar para sus ciudadanos”, sólo cabe la negación. O
la carcajada...
Pero, reprímase... Antes de soltarla entérese del tiempo que el
referido estuvo antes “trabajando para los demás”, o sea, del
tiempo trabajando como voluntario en la Cruz Roja, de su labor
afiliado a una ONG que despiojaba negritos en Ruanda, lo del
tiempo que dedicaba al ropero parroquial, y también a su
altruista trabajo en esa asociación que da cama y asilo a
vagabundos y desprotegidos, y pásmese si, además, le enseña el
carnet de donante de sangre...
Mucho me temo que no habrá tal, que tendrá que reír a mansalva,
que jamás los tales dieron un golpe sin que les reportara
intereses, que tanto rompetribunas “servidor de los demás”, lo
que pretenden es justamente ...eso que Vd. piensa.
Confiemos en las excepciones... Póngale dos velas a San Canuto y
mírelo con optimismo. Si sale, sale... y si no, pues, “ajo y
agua”...