«Salí tras ti clamando y eras ido...’ San Juan de la Cruz
I
De tierra adentro a mar, de trecho a trecho,
desde el invierno hasta el feliz verano,
de la estepa encendida de la mano
a la región volcánica del pecho.
Va posándose Amor y va en acecho
Amor, de cima a sima y sobre el llano
y va implantando en todos, soberano,
su ley, su ejecución y su derecho.
Rey de la geografía del semblante,
encendedor de lumbre abisales,
toda región desconsolada anima.
Cruza, desde el poniente hasta el levante,
implantando sus órdenes reales:
su agua, su luz, su voluntad, su clima.
V
Que me dejen dormir penosamente
y estive así mis sombras alargadas,
que no hay trabajos ya, ni hay aranzadas,
ni campos en cultivo, ni simiente,
ni eras, ni agostos, ni vendimia, ausente
como lo estás de mis desesperadas
manos, que ya estarán desocupadas
para siempre de frutos y de gente.
Que el silencio me envuelva en su placenta,
me resguarde del mundo de este modo
y olvide así que existo y que te quiero.
Quiero quererte así, sin darme cuenta.
Quiero dormirme sin morir del todo,
y despertar y verte a ti el primero.