Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 1999 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces

Resulta, al final, que en la vida hoy, gracias a Dios, hay tiempo para todo. Hasta para ser madre.

Era Roux el que nos decía «quien ama menos, no ama». Y yo, cuantas y cuantas veces me acuerdo de ello, sobre todo cuando acuden a mi mente las razones de Peipper afirmando que la maternidad es la única profesión que la naturaleza ha concedido a la mujer.

Claro que otras profesiones, cada vez más, también las consiguió la mujer, pero no fueron de la naturaleza sino de su esfuerzo, de sus capacidades psíquicas, mentales e intelectuales, importantes precisamente en ellas. Rojas y Guijarro afirman rotundamente: «nunca han sido creados dos seres tan para sí como la madre y el hijo».

Ya sabía y lo repetía López Ibor «el hombre es un inmaduro biológico al nacer en un estado de precocidad menesterosa».
Con el hospitalismo los niños se quedan alejados de sus madres en las cunas de los servicios hospitalarios, lo que les produce ese cuadro clínico terrible que es la DEPRESIÓN ANACLÍTICA DE SPITZ.

Esta la comprendemos leyendo a Peipper, cuando describe la visita que hizo al Hospital Pediátrico a la hora vespertina, cuando a los niños les tocaba dormir y quedarse solos para hacerlo.

Horroroso le resultaba ver cómo más de la mitad de los niños sufrían temblores en la cabeza. Y hasta en toda la mitad superior del cuerpo. Movimientos iterativos, muy parecidos a los de los animales en cautividad... De soledad, de abandono, de falta de seguridad en sí mismo, de busca sin lograr, la tristeza interminable de una angustia ilimitada irresoluble.

Peipper lo interpretaba como consecuencia del miedo a la soledad que les espera la noche entera, por faltarle contacto físico y psíquico de la madre que no va a llegar en toda la noche. Es la fractura total de aquella unión niño-madre que la naturaleza impone los primeros meses.

Ya lo creo que hay tiempo para viajar, para ejercer cualquier profesión, ya lo creo... tiempo sobrado, siempre mejor que el que se le pueda robar a los hijos en esos primeros años de su vida inmadura. Y para los que se enfrenten impacientes creyendo que el tiempo se acaba, aceptando como capital la huida del hogar, el marchar fuera dejando los hijos en manos ajenas, pese a todas las razones expuestas y hechos clínicos irrefutables vividos por tan importantes investigadores y por nuestra misma experiencia profesional, nos vemos en la necesidad de recordarles las sensatas palabras de CLEMENTE XIV que nos dejan en la duda de conseguir nuestro deseo: «Es imposible el hacer entender la razón a aquellos que han adoptado una forma de pensar conforme a sus intereses».

Que ya lo creo que hay quien sabe y tiene el poder de convertirlo todo en utilidad propia.

Para ratificar nuestras pretensiones a favor del niño, sólo podemos añadir que Múller describe casos de retrasos de varios meses para un desenvolvimiento motor y una madurez intelectual en niños desatendidos por las madres y permanentes huéspedes de centros de reclusión. Niños sin apenas inquietudes de atención, afectos a una postura indiferente y callada que no responden a su perimundo con las ganas naturales que todo niño tiene de jugar. Al fin y al cabo, como dice Hall: EL JUEGO ES LA EXPRESIÓN DE LA HERENCIA MOTORA, además, tantas cosas necesarias y muy importantes, que así se llamaba aquella conferencia que dimos en CALIBO y que se titulaba ESA PREPARACIÓN para LA VIDA QUE SON LOS JUEGOS y los JUGUETES EN LOS NIÑOS.

Que el niño lo aprende todo jugando y madura su cerebro y su sistema motor y su experiencia para vivir gracias a él, al juego, sin él no sería nada, apenas maduraría su cerebro ni se desarrollarían sus reflejos todos y sus contactos con el mundo que lo rodea...




 

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