Hay que andar por la vida
con paso lento
y palabra medida.
Aunque duela el corazón
y las lágrimas afloren,
hay que esconder los dolores
y sonreír sin razón.
Como bandera o pendón
expuesto a los cuatro vientos,
sin reflejar movimientos
que delaten la intención.
Hay que andar por la vida
igual que un caracol,
exponiendo la cara al Sol
y sin correr en la huida.
Aunque me sienta afligida
por tanta desolación,
disimular la emoción
es cosa más que sabida.
ADIÓS
Llorando quedan las tarantas
y también las siguiriyas,
las guitarras en sus sillas
sin acompañar las gargantas.
Mudos los palillos
y las palmas,
y en la madrugá en calma
se oyen los campanilleros,
evocando en el mundo entero
a ese dulce lucero
que era un ruiseñor.
Faltando luz a sus ojos
iluminó su camino
con ese don divino
que irradiaba su voz.
En el mundo del flamenco
un lugar ocupó,
y en nuestros corazones
ha dejado un vacío de amor.