Rincón de la Poesía
IX Aunque me pese, Amor, aunque me duela, vayas y vengas, campes o asesines, tendrás la puerta abierta a mis jardines y mi aceite encendido y yo de vela. Mi corazón, entiéndeme, se encela sabiéndote patriarca en tus confines y al oír tan de lejos tus clarines mientras entorno triste la cancela. Descúbreme sin sol ni reparada por tu infinito ojo, y resentida más que la novia cuando desamada, más que la vanidad desatendida, más que el ángel que echaron a la nada, más que el muerto arrancado de la vida. XIII Todo lo que se dice en la distancia me llega al corazón cansado y frío como a la desembocadura el río y la memoria al mundo de la infancia. Sin sal, sin olor ni la prestancia con los que Amor se crece en poderío, así perdió la letra el mucho brío y el corazón sus fueros y substancia. Así te tengo; lejos y a deshora Amor, tan lejos como a Dios te tengo sin saber en verdad tu pertenencia. ¿Dónde poner los ojos a esta hora? No sé si te reclamo o si me vengo invocando al olvido esta ausencia.
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