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La
pasada fiesta de San Juan fue la que me llevó de nuevo a pasear
por mi barrio de la Casería, y, aunque no he dejado de pasar por
allí, me encontré con que ya no conocía a casi nadie de sus
moradores, pues la cantidad de viviendas que se han construido
es tal que su población se ha quintuplicado, los «puestecitos»
se han transformados en autoservicios y las huertas han dado
paso a calles asfaltadas.
La Casería siempre fue para mí como un pequeño pueblo separado
de uno grandote, al que pertenecía, pero que nunca le ha hecho
caso. Es para muchos como el pariente pobre, algo que se tiene y
al que hay que soportar, pero lejos.
Afortunadamente las cosas han cambiado; parte de la expansión de
la ciudad se extendió por el barrio y el aumento de votos hace
que sus muchos problemas sean tratados con otro punto de vista
por la corporación correspondiente.
El acceso a este barrio se realiza principalmente por las calles
J. S. de Elcano y el Camino de la Cruz y, aunque en ambas se
nota su adecentamiento, es en esta última la que más ha sentido
la modernidad con el paso de huertas y chalets a urbanizaciones
de viviendas, unifamiliares principalmente. El centro del barrio
lo constituye la plaza de San Juan a la que se abre la parroquia
de la Inmaculada Concepción. Existe en la plaza una fuente
hexagonal coronada por una estatua de San Juan Bautista que está
dedicada al concejal D. Manuel Belizón Castillo con motivo de la
traída de aguas hasta el barrio, hecho que ocurrió el 12 de
febrero de 1933. Esta fuente fue restaurada el 8 de diciembre de
1987.
La iglesia de la Inmaculada es un templo de reducidas
dimensiones y del que no se sabe nada de su construcción, ni en
que fecha se hizo ni quien fue su arquitecto y, aunque en su
fachada aparece la cifra de 1887, esta no puede ser la de su
fundación, pues en la visita pastoral del Obispo D. Jaime Catalá
y Barbosa, del 26 de Mayo de 1880, esta iglesia figura como
capilla. La creación de esta capilla se debe situar entre 1822 y
el referido 1880, y según el historiador isleño Clavijo, fueron
Doña Catalina y Doña Ana Fernández de Landa las patrocinadoras
de tal empeño, cosa que no es de extrañar, pues ambas señoras
también participaron en la creación de una Casa de Misericordia
en la calle Real y abrieron al público la llamada «Capillita del
Auditor», que era de su propiedad y que se encontraba en la
calle Isaac Peral, muy cerca del Ayuntamiento.
De su sencillo exterior sólo destaca la fachada principal, con
la puerta de acceso en el centro, formando un arco de medio
punto y pilastras adosadas en las jambas. Estas pilastras se
repiten en las esquinas del edificio coronadas por un águila;
dos óculos dan luz al interior y la fachada está rematada por la
espadaña de un campanario de tres pequeñas campanas. Dos
azulejos de A. Muñoz, de 1989, con las imágenes del Cristo del
Perdón y de la Inmaculada, adornan esta fachada. Los laterales
de la iglesia no presentan más que los refuerzos para su
construcción y tres óculos ovoidales; la parte trasera de la
iglesia está destinado a almacén de la cofradía del Perdón y a
la casa parroquial.
El interior del templo es de tres naves, con bóveda de crucería
las laterales y de media naranja en la nave central, rematada
esta última en el altar mayor con una bóveda de cañón corrido.
Sobre la puerta de entrada se encuentra un balcón que hace las
veces de coro. El altar mayor está presidido por el Cristo del
Perdón, obra del escultor isleño Antonio Bey Olvera, titular de
la cofradía del mismo nombre y que fue fundada el 24 de mayo de
1953. Esta cofradía, que fue en cierto sentido cauce para la
renovación del templo, tiene su salida procesional el Jueves
Santo, siendo ésta muy espectacular al ser izada la imagen por
los propios cargadores.
La imagen titular de la parroquia es la Inmaculada Concepción,
representada por una escultura en madera policromada y estofada.
Es de estilo barroco y de un tamaño algo menor al natural.
Asimismo existen en la iglesia otras imágenes procedentes de las
Capuchinas, San Antonio y el antiguo Hospital de Marina; así
como la Virgen de la Paz, cotitular de la Hermandad del Perdón,
y que es obra del escultor sevillano Juan González «Ventura».
Mucho se tendría que escribir del barrio de la Casería, de sus
problemas (preguntar por Angel, el presidente de la Asociación
de Vecinos), de sus leyendas y de sus gentes; desde el monolito
del Camino de la Cruz hasta el merendero de la playa, porque
siempre existió una playa en la Casería, y si no que se lo
pregunten a Alías, un antiguo jugador del San Fernando, al que
ayudé a sacar a una chica que se estaba ahogando; todo un
número. Él con una escayola en el brazo y yo en calcetines.
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