Terruñera voz engarzada por dáctilos y espondeos
en escabrosa escalada portando el yo insostenible
anunció sin espasmos la numerada ruta
y la manzana en el árbol marcada de ictericia.
El salitre al respirar encubrió cetrino color
que le dejó maltrecho delicado paradigma,
pues, vaciados los cántaros en ajeno brocal,
se humilló para siempre a las vecinas estrellas.
Adquirió los besos negados de la sinrazón
con la música pisoteada por cercanos sicarios;
y extraviado pelele en agenciar aguinaldo
trató de sostener una desplomada luz;
envenenado carácter asumió miles de empellones
descosió al dueño, a los rezos, como al porvenir
al párrafo que unía el hilo cosechador
con la acentuada policromía esplendente.
De su caída lenta una nacencia gacha
arrulladora en la maraña rocambolesca
fue meciéndose en las palabras pintiparadas
para acabar diableando, tan engañoso;
el «andoba» sorteó a última hora su paripé
y un sanseacabó se estibó fijando trincas.»
TAL VEZ
Como lluvia con sol tengo yo el alma
aflora su melancolía en fuego de culpa,
por mi propio oasis se filtra el celaje
en su tibieza, a oleadas huidas, chispazos saciados
donándome guiños la honda naturaleza.
Se espeja el horizonte hasta donde me habito
y sin almidonar justifico crónicos fastidios
sabiendo ronronear a la recacha de un derribo
Quizás en el ojeo de hoy derrame arrebato
movediza luz de peatón que luce absurdos
tan huido al extravío de los ayes, tardean pasos
e instalado como trapujo hiero estrofa anudada;
tal vez sin darme cuenta almacene optimismo
ya no quiero agredir ramas de otros anhelos,
ni que mi íbera toxina vampírica contagie rumores.