Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 1999 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces

Y como decían los románticos: mi destino fue ir a la deriva, como un barco sin timón. ¡Horror! ¡Vaya frase para la inmortalidad! Pero, cierto. Después de dejarte, buscando siempre, atolondradamente, un porvenir mejor, tal vez una posible riqueza, me hundí más y más en trabajos cada vez peores, cada vez más humillantes. Sí, Dorotea, yo me hundía cada vez que intentaba algo en qué apoyarme; mi trabajo mis ilusiones de vida cómoda y feliz se fueron al carajo. Como lo oyes. Dando tumbos, terminé vendiendo cajetillas de tabaco en las calles, pidiendo ropa a las iglesias, conviviendo en miserables dormitorios compartidos con vagabundos, negros y árabes de todos los países. Y en mi miseria me acompañaba tu recuerdo, y con él el recuerdo de los días felices en que compartimos lo poco que teníamos, que era la felicidad.

Un loco fui al abandonarte, Dorotea, y en mi dolor yo me decía que de haber permanecido junto a ti mi vida no hubiese sido tan terrible y el dolor de no tenerte no me hubiera agarrotado. Fui rematadamente tonto al dejarte, porque tú me hubieses dado alientos para compartir lo bueno y lo malo. Un loco fui, lo comprendo hoy que sabiendo de tu viudez, me llena la nostalgia y alegrías compartidas y espero ¡te lo pido de rodillas, Dorotea!, te pido que olvides el mal que pude hacerte y me ayudes a sobrevivir, a compartir contigo los años que restan ante nosotros...!

Lolo: tu carta ha conseguido irritarme sobremanera. ¿Aún vives, malnacido? ¿Te atreves a pedir mi clemencia y mi amor a estas alturas? ¿Es posible que me ofrezcas tu amor cuando ya todo está terminado para mí? No te sonrojes, Lolo. Has sido siempre un desgraciado, un inútil buscavidas. Sí. Lolo. Pero ahora la tonta de tu Dorotea ya no es tonta. Dorotea: ha crecido, ya es mujer. Y pese a que en lo profundo de mi corazón pienso si esta inquietud que todavía late en mí es en recuerdo al mucho amor que te profesé, creo que debo a la memoria de mi marido mucho más amor ahora que no está aquí compartiendo mis horas de vida.

Yo no tuve nunca un gran amor por mi marido, el suyo sí fue un gran amor y sólo por esto lo respeto. El amor de mi marido, mal compartido por mí, pero que me sirvió de apoyo, de ayuda moral y maternal cuando sola, cerradas las puertas de la casa de mis padres, envilecida por quererte, compartiendo miserias, que era lo único que podías ofrecerme, engendrando un hijo sin padre, él le dio nombre y porvenir.

Entregado totalmente a mí. Y esa oferta de su amor y su respeto no voy a olvidarlo, Lolo, no. No lo esperes. Porque aquel hombre, aquel hombre generoso y atento a todo lo que para mí era importante es a quien amo ahora, después de no haber puesto mi corazón a su corazón.

Este hombre ha abierto, ¡por fin!, los ojos a una realidad que supera cualquier otra fantasía. Lolo: El amor que te tuve no existe. Tu sabes que, aunque acepté otro hombre en mi vida, el único hombre de mi vida siempre fuiste tú, locura de mi juventud. Pero, aunque yo sé que seguiré amándote, mi sentimiento es puro recuerdo, punto de apoyo en que asegurar mi fortaleza y mi dignidad. Y aunque para mí no habrá otro posible amor que el tuyo, yo sabré esconderlo en lo más oscuro de mis olvidos. Ver los achinados ojos de mi hijo, ¡tu pura imagen!, me llevarán tu rostro en todo momento, pero sabré esconder mi dolor y mi tristeza. ¡La vida es así de loca!, y las mujeres que se saben hacer respetar han de saber honrar el amor que han merecido. Por esto te digo, Lolo, que tu amor seguirá dentro de mí, pero será un amor muerto, sin posibilidad de volver a ser retomado.

Y en la riqueza en que ahora vivo, y en la conformidad de mi viudez, te repito que fuiste un imbécil y un malnacido, y por esto la vida te ha tratado como te trata, y es por esto que la vida solo puede recompensarte con el pedazo de pan que te ganas vendiendo cajetillas de tabaco por las calles...





 

volver  arriba

Pulse la tecla F11 para ver a pantalla completa

contador

BIOGRAFÍAS | CULTURALIA | CITAS CÉLEBRES | plumas selectas

sep