Rincón de la Poesía
PENA DE LA VERÓNICA A María Barea Romero Jerusalén rugía toda entera. El cruzaba su Calle de Amargura, sucia de lodo, rota, la figura. Le pesaba la pena y la madera. Dos veces se cayó, y a la tercera mis tocas, ya ganadas de ternura, enjugaron, espejos de blancura, las rosas de su sangre verdadera. Entonces mi misión la vi ya clara, que mis manos, palomas, se posaban en su rostro más suave que la brisa, y al retirarías, breves, de su cara en el lienzo -ioh milagro!- se copiaban su rostro, su mirada, su sonrisa... INSOMNIO A José Manuel García Gómez Esta noche tampoco llega el sueño; Las dos, las tres, las cuatro por la luna. El silencio es un pozo, la laguna de miedo donde caigo, me despeño. Cierro los ojos y sigo en mi empeño: Contando mis heridas una a una sólo encuentro dolor en esta suma: Simple dolor, ni grande ni pequeño. Si dicen que se duerme a piernas sueltas cuando se tiene limpia la conciencia, ¿a quién dañé yo, dónde mi pecado? Mas sigo desvelado dando vueltas, y sólo me reprocho la impaciencia de que vengas, oh Dios!, por este lado.
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