El arroyo se entristeció
al contemplar tu pena.
No corrió el agua siquiera...
Hasta el sonido enmudeció
¡Las hojas de aquel otoño
se quedaron en sus ramas!
Las palomas cerraron sus ojos
y la quietud rompió su calma.
Dime, paloma herida...
¿Dónde quedó tu cazador?
¡Mal trueno lo rompa...
y que jamás conozca el amor!
Doncella, ¿Dónde está tu risa...?
¡Vente a mi lado, cuerpo de nácar,
mirada y vestido de seda fina,
embriagante flor de lavanda!
En mis brazos hallarás buen amor
besos con magia, que despiertan
la carne dormida... sedienta
de la fidelidad que no encontró.
¡Seductor oportunista...
mal momento, no soy tu presa!
Busca alguien menos sabia.
Aunque triste, estoy alerta.
No confío en palabras
ni siquiera en mi cuerpo.
Me perdí en una alborada
donde quemé mis últimos sueños.