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Por una cuestión de Arte he vuelto a salir a la Naturaleza,
fuente de inspiración de todas las artes. Sin embargo, en esta
ocasión me ha tocado contemplar la otra cara de esa NATURALEZA,
aquella totalmente «domesticada» y parcialmente engullida por
fronteras de hierros y hormigón.
Aquí estoy ante un espectáculo dantesco donde los pinos luchan
por sobrevivir en medio de un inmenso campo de golf de cientos
de nichos, denominados hoyos. Unos pinos que, como el muro de
Berlín, se han quedado dentro de esta prisión de palos y
pelotitas de alto standing, separados de ese conjunto natural y
frondoso del bosque original. También tengo ante mí los grandes
tiranosaurios de esta «civilización», grúas de todos los colores
y alturas que ejercen la hegemonía del cemento a golpe de
oleadas de pisos y plantas, cuadradas, cerradas, sin horizontes.
Y más abajo a sus pies, con esa aptitud sumisa y asalariada, se
mueven peones al servicio de la Edad Media. Padres de familia
que sirven a un señor feudal con traje de chaqueta, insignia de
la firma Mercedes y foto de un tal american express.
Todo está en su lugar, absolutamente todo está en ese perfecto
orden que manda D. Dinero. Los hombres cada vez más claudicados
a los designios de este señor todo poderoso ante el cual los
ideales terminan abandonados a su suerte y la Humanidad se
transforma en una campaña publicitaria para, evidentemente,
servirle mejor, actuando deshumanizadamente. Pocos se atreven a
levantar la voz en su contra, pues la libertad de estos algún
día puede estar dentro de su nómina. Por eso las hordas
trabajadoras son reclutadas por centenares, aunque son
utilizadas y desechadas igualmente.
Tengo que hacer un esfuerzo para no gritar y mantener el
equilibrio. Algo desde dentro surge con fuerza y quisiera
aliarse con esa Naturaleza «domesticada» para dejar sin base de
sustentación a las grúas, cerrar las heridas de hormigón
abiertas en cada pilar de esta tierra virgen, roja, de TODOS. Y
que las aguas fluyeran libremente sin ser reconducidas por
caminos de cemento y alquitrán.
Aunque sé también que tengo que ser cauteloso para no ser
detectado y reeducado dentro de las normas del sistema, ser
incluido en una de sus innumerables «cuentas», donde aparecen
las representes políticos del Pueblo «libre», los vasallos de
una banca deshumanizada y bárbara y los representantes de una
empresa extraña llamada Salvación de Almas S. A.
Como siempre el poder obscuro sabe colocar en cada lugar
estratégico uno de sus representantes, con el objeto de tener
una puntual información de las actividades de uno de sus peores
enemigos, unos seres raros y casi insobornables que responden al
nombre de Ecologistas.
Hoy he tenido que enfrentarme a esa realidad rebosante de
realidades, hoy he tenido que abrir todos los sentidos hasta sus
límites intangibles para descubrir la herida salvaje y roja de
una Tierra que grita desde lo más profundo, que grita y llora
desde lo más hondo.
Hoy estoy aquí ante un capítulo más de esa guerra del Poder
Económico que se enfrenta ante su mayor enemigo, ante una
Naturaleza que se resiste a sucumbir de forma incomprensible a
sus razones y rentables negocios. Negocios de oscuridades y
silencios, de esclavitud y destrucción.
Sin embargo todos pendemos de un hilo. La TIERRA comienza a
desperezarse y cada estiramiento de sus articulaciones nos hace
temblar a todos.
Todo esta pendiente de ese momento en que la NATURALEZA abra sus
ojos y nos lance a sus profundidades. Estamos a punto de ser
nuevamente modelados por las entrañas de fuego de una Madre que
nos acoge a un nuevo principio.
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