Sobre el origen de los naipes se cuentan mil y una historias,
pero realmente no ha llegado a determinarse con claridad el
momento ni el lugar de su aparición.
Parece ser que los naipes actuales tienen sus principios en un
juego bastante antiguo, el Tarot, originario de Egipto y del
cual se hace referencia en un libro salvado del incendio de la
biblioteca de Alejandría cuando Julio César tomó posesión de
aquellas tierras.
El juego de los Tarots comprendía setenta y ocho cartas:
veintidós Tarrochi y cincuenta y seis naipes adornados con
figuras y puntos, en cuatro series. En el curso de los siglos
los veintidós Tarots, igual que los cuatro caballeros, fueron
abandonados, no dejando en el juego moderno más que un total de
cincuenta y dos cartas para jugar.
De cualquier manera, se sabe que los Tarots aparecieron por
primera vez en París en agosto de 1427, cuando los naipes
ordinarios llevaban ya un siglo de circulación.
Hay quienes se inclinan a opinar que los naipes nacieron en
España, y muy probablemente en Cataluña. Si tal hipótesis fuera
cierta, habría que situar su invención por el s. XIV, ya que en
la centuria anterior no los cita el Libro de los juegos de
Alfonso el Sabio, y en cambio se mencionan en el estatuto de
Juan I (1387), que los prohíbe. Por lo tanto, éstas serían las
fechas o el período en que aparecieron. Parece seguro que su
difusión fue muy rápida desde España a Italia y a Francia, donde
se asegura que tal juego distrajo la convalecencia del rey
Carlos VI.
Las cartas de principios del siglo XIV llevaron el nombre de
naibí en Italia y de naypes en España. Palabras que no son de
origen latino, sino salidas de la voz árabe nabí, que significa
profeta.
Desde el primer momento, los naipes se dividieron en cuatro
palos con cierto valor simbólico (oros, copas, espadas y bastos
en España y en Italia; trébol, corazón, pica y diamante en
Francia e Inglaterra y signos varios en los países germánicos.
Las combinaciones de palos, números y figuras permiten una
infinita variedad a los naipes.
Los juegos de azar han sido objeto de prohibiciones por los
gobiernos, por considerar que causaban la ruina de muchas
personas, perturbando el orden social. Las medidas actuales en
diversos países van desde la prohibición total a la
reglamentación en algunos casinos autorizados y hasta la
libertad absoluta. No es posible enumerar los juegos de naipes
que se conocen y practican. Entre los españoles son típicos el
juego del mus y el tute.
A mediados del s. XIX se introdujeron dos importantes
innovaciones en la fabricación de naipes: los cantos redondos
metalizados y la opacidad proporcionada por una hoja intermedia.
Ambas mejoras fueron patentadas por el fabricante francés de
naipes B. P. Grimaud (1819-1899), y contribuyeron en gran medida
a la difusión de las barajas francesas. Hasta aquella época, los
naipes tenían los cantos en ángulo recto y eran transparentes.
Actualmente, un naipe está formado por la encoladura de tres
hojas: el anverso, o lado de la figura, la hoja intermedia, o
alma, de color oscuro, que le confiere la conveniente opacidad y
rigidez, y el reverso, o dorso.