Qué hermoso es mirarlas,
como cándidas mariposas
que se bañan reposadas en las olas
del mar de verdes aguas.
En las tibias corrientes
llenas de algas
perezosas en el mar, que no brama,
se acicalan al atardecer.
Una radiante puesta de sol
con gaviotas en el mar y su orilla
en una tarde que declina,
espectadoras del color.
En días anteriores
volaron en sus crestas de espuma,
hoy, sus siluetas se dibujan
en horas que anteceden a la noche.
Una, y todas ellas,
cantan sordas,
perdidas en una ola.
Como mi pensar en la tierra.
Como si a mí, sus cantos,
en algo evocaran
los vientos que tronaran
en noches de todos los Santos.