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la voz popular y divina
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El hombre que vive, sueña. El hombre vive lo que sueña. El
hombre empieza por vivir lo que sueña, y acaba por soñar lo que
vive. Empieza por soñar lo que es y acaba por ser lo que sueña.
Somos, estamos hechos, de la misma materia, de la misma estofa
que nuestro sueño, dice Shakespeare. El hombre viviendo -dice el
poeta- "sueña lo que es hasta despertar". ¿Hasta despertar?
¿Luego el hombre despierta de ese sueño en que vive? ¿En que
sueña que vive soñando? ¿Qué puerta encontraremos para salir de
ese conceptuoso laberinto en que nos adentra el poeta con su
conocida comedia, con todas sus comedias, de sueño, de vida?
Puerta secreta, escondida, tapada. Puerta de perdido paraíso.
Puerta que una sola vez pasaremos. Una vez para nunca más.
Puerta de la muerte.
"La muerte es lo que vemos -decía el filósofo griego- cuando
estamos despiertos". Por eso, por no verla, cerramos los ojos a
la vida, los entornamos por el sueño; soñamos la vida y la
soñamos por la muerte. Contemplar "cómo se pasa la vida" para
ver cómo, "tan callando", se nos viene la muerte es lo que otro
gran poeta español nos decía, nos cantaba para recordarnos que
hay que despertar al alma que sueña, haciéndole "avivar el
seso".
Avivar el seso del que sueña, por el mismo sueño, hacérselo
entender. Pues también nos dirá Calderón esto mismo: que hay que
entender, enterarse lo que soñamos cuando soñamos. Y hasta
entenderlo, hasta darle vida a ese entender, no seremos lo que
soñamos. Pues, mientras, "todos sueñan lo que son, pero ninguno
lo entiende".
¿Cómo entendió Calderón su sueño? ¿Cómo soñó hacérnoslo
entender; dárnoslo a entender? Preguntar esto equivale a
preguntarnos cómo vivió, qué fue su vida.
Nacido en Madrid, el 17 de enero de 1600, de familia hidalga,
estudia en el Colegio Imperial de los jesuitas y pasa a Alcalá
en 1614. La muerte de su padre, secretario de Hacienda, ocasionó
serios trastornos económicos al nuevo dramaturgo porque la
madrastra pleiteó y ganó la herencia. Una capellanía fundada por
su abuelo materno salvó la situación y el poeta estudia cánones
y derecho en Salamanca hasta 1620, fecha en la que abandona la
carrera eclesiástica y se traslada a Madrid. Caballero de
Santiago, participó en la campaña de Cataluña y luchó en el
sitio de Lérida a las órdenes de Felipe IV, distinguiéndose como
"muy honrado y valiente caballero". Poco más tarde entrará al
servicio del duque de Alba. En 1647 tiene un hijo natural,
muerto en edad temprana, y cuatro años más tarde, tras ordenarse
sacerdote, es nombrado capellán de los Reyes Nuevos de Toledo;
en 1663 volverá a la corte donde se encarga de organizar los
espectáculos teatrales de palacio.
A la muerte de Felipe IV la estima por el dramaturgo no
disminuirá en el nuevo monarca, que gozó de gran popularidad
hasta sus últimos días. Pedro Calderón de la Barca muere en
Madrid el 25 de mayo de 1681.
Goethe compara a Calderón con Shakespeare. Menos fecundo que
Lope de Vega en su producción escénica, fue, sin embargo, el
autor dramático más popular de su tiempo, el genuino
representante del siglo XVII español. En su teatro destacan la
importancia concedida tanto a la acción como al protagonista
principal, dejando algo de lado la cadena de acciones y
personajes secundarios impuesta por Lope. Al sentimiento del
honor, la defensa de la autoridad real, la preocupación
religiosa y las escenografías complejas y espectaculares,
Calderón añade un papel más importante para la música y un verso
culterano, rico en metáforas. Su obra que pasa de los 1.500
títulos, se puede agrupar en: comedias de capa y espada y de
enredo, como La dama duende y Casa de dos puertas es mala de
guardar; el tema histórico El sitio de Breda; de honor El
alcalde de Zalamea, su comedia más famosa después de La vida es
sueño, A secreto agravio secreta venganza, El pintor de su
deshonra y El médico de su honra; filosóficas La vida es sueño,
una de las obras emblemáticas de la literatura española; de tema
religioso La devoción de la Cruz, El purgatorio de San Patricio,
El príncipe constante y El mágico prodigioso; mitológicas Eco y
Narciso, y numerosos autos sacramentales, género dramático en el
que no conoce rival, para las fiestas del Corpus de Madrid y de
Toledo, como El gran teatro del mundo, de tema filosófico-moral,
Los encantos de la culpa y La cena del rey Baltasar,
caracterizados por la compleja escenografía y la expresión
barroca de la existencia en alegorías de gran rigor filosófico e
intelectual; así como numerosas loas y entremeses. Es también
autor del libreto de la ópera española más antigua que se conoce
Celos aun del aire matan, cuya partitura completa, compuesta por
Juan Hidalgo, fue descubierta en 1945.
Compuesta en 1635, La vida es sueño, su mejor obra, y tal vez la
mejor del barroco europeo, es el drama de la libertad humana.
Las preguntas que Calderón plantea en el drama tienen validez
plena porque afectan a lo más íntimo del hombre, a la concepción
de su vida, a su derecho a la libertad y sus deberes, a la
felicidad o a su dolor.
La vida de Calderón -nos dice Menéndez Pelayo- "fue larga,
quieta, serena y siempre honestamente ocupada". Vida oscura. Una
vida, en suma, diremos, muy bien acondicionada para el sueño. Y
para los sueños. Para que ninguna cosa ajena perturbara al alma
el soñar. Alma que sueña es alma que cree, porque crea, imagina,
se puebla de vivas imágenes, como en sueños; de vivísimas
figuraciones. Es, como si dijéramos, la del que sueña, un alma
en libertad. El para qué de la libertad de un alma es este
sueño, este lujo de poder soñar.
Alma en libertad, decimos, la del que sueña. Pero esta libertad
¿no es entonces sueño también, ilusión y sombra? La vida quieta
de Calderón se puebla de sueño, de sueños, de vivas imágenes
creadas, de vivísimas figuraciones. Conocemos al hombre por
estos sueños: por su sueño conocemos su vida. Vida oscura la del
poeta que nos expresa en la libre animación de lo soñado esta
verdad humana de poder crear, de ser o de poder hacerse sueño.
Sueño de vida. Al soñador lo llamará Rubén Darío "imperial
meditabundo". El imperio meditabundo de la noche estrellada de
los tiempos ofrece a Calderón su manto, su gran telón de fondo,
para el "gran teatro del mundo", de la vida; para el maravilloso
retablo teatral de su pensamiento. Y sueña la vida en él, o por
él, lo que sea; sueña lo que es: vida. Piensa, luego sueña,
Calderón. Transmuta el pensamiento en sueño, como hizo Dante.
Así nos ha llegado hoy a nosotros la vida del poeta, como un
sueño, en la creación, de un teatro que vive aún para nosotros
por su voz: la voz popular y divina que supo poner tan
claramente su pensamiento en el cielo, como un grito. El teatro
con que cierra España Calderón es un grito puesto en el cielo;
una voz que todavía, para nosotros, hoy, enuncia su palabra
maravillosa; la palabra mágica, prodigiosa, de libertad. La
vida, el sueño de Calderón, es esta conciencia de la libertad.
Conciencia providente. Pues "cuando soñamos que soñamos -decía
Novalis- es que ya nos vamos acercando al despertar".
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