Si digo San Fernando,
siento la sal y la barca.
(marineros de permiso
persiguen a las muchachas).
Como sirena dormida,
junto a la orilla, Chiclana.
(la cigüeña de la torre
se abanica con las alas).
Medina, con sed de olas,
en el mar del tiempo anclada.
(ancianos con ojos niños
dormitan junto a la plaza).
Paterna, verde y hermosa,
se me perdió en la distancia
(ni marineros, cigüeñas,
ni viejos, mozas ni plaza).
¿Y Arcos de la Frontera
a los cielos levantada?
(¡para nombrar la blancura
me faltaron las palabras!
NADA
Él no fue feliz.
No me lo dejaron.
Vivía su vida
como de prestado,
con el alma en vilo
y siempre asustado.
Y era un hombre bueno
libre como un pájaro.
Decir la verdad
fuera su pecado:
a lo negro, negro;
a lo blanco, blanco.
Nunca se quejaba
de vivir sangrando,
ni nunca su boca
pidió paz, descanso.
Solo, solo, solo
se fue al otro barrio.
No se murió,
que me lo mataron.