¿Por qué tu barco está anclado?
¿Qué pasa que no navega?
Es triste ver los veleros,
Con sus arriadas velas.
Siempre navegando estaba,
hubiese la mar que hubiera.
Era valiente... atrevido...
¡No lo dejes en la escollera!
Ningún viento le asustaba...
Ni el levante ni el poniente,
Ni siquiera “calma chicha”...
A todos... les hacía frente.
Cuéntame lo que le pasa...
¿Por qué esa apatía ahora?
No consientas que a su casco...
Se peguen tantas escorias.
Ponlo en la “marina seca”.
Rasca su casco tan sucio.
Quita esas algas y lapas...
¿No ves los escaramujos?
Remózalo y ponlo liso...
Pinta la cubierta toda.
Sacas las velas al sol...
Tira ese lastre que sobra.
La barandillas de proa,
frótalas y que reluzcan.
Los “grilletes” y los “güinches”...
Se oxidan si no se usan.
Desenreda esos “cabos”
Las “escotas” y las “drizas”.
Saca el timón a cubierta...
Y ábrele esa “escotilla”.
Que respire y que se seque...
Deja que entre la brisa,
para que quite humedades,
y que en su vida haya risas.
Vuelve a sacarlo a la mar,
ya verás como se alegra...
No le dejes ahí anclado...
Se puede morir de pena.
Ponle la “caña” al timón.
Mete el ancla en el “tambucho”
Iza la “mayor” y el “foque”...
¡Vuélvele a marcar el rumbo!
Que otra vez puedan decir,
las gaviotas que vuelan...
¡Que precioso ese velero!
¡MÍRALO COMO NAVEGA!