Hace ya casi un año se nos dio al grupo «Río Arillo» la bonita
oportunidad de participar en la radio. La cosa era sencilla:
consistía ello en llevar nuestra habitual tertulia literaria a
las ondas. Pero lo que creí iba a ser sólo algo puntual y
anecdótico, cuestión de experimentar durante un rato esa
oportunidad magnífica que se nos brindaba, se ha convertido en
mucho más. Los programas se han ido continuando y, así, ya casi
vamos a cumplir nuestro primer aniversario en estos menesteres
radiofónicos. Y yo, como todos mis compañeros que en esto
participamos, me alegro infinitamente de que la vida nos haya
ofrecido esta ocasión de comunicarnos.
El fenómeno de la comunicación siempre ha sido para mí algo
primordial. Escuchar, contar, transmitir, creo que es sin duda
lo más mágico que me puede ocurrir, y es por eso sin duda que
doy clases, que escribo, que oigo a los escritores en sus
libros... Sé que a mis amigos de charlas literarias en el Hotel
Salymar les ocurre lo mismo, y por este mismo fenómeno de la
comunicación hemos llegado a admirarnos y a querernos.
Es así, repito, que cuando comenzamos en la radio, toda esta
magia del contar y compartir me pareció estaba alcanzando sus
cotas más altas. Por esta razón, hoy quisiera deciros a todos
los que leéis esta revista y que nos seguís también a través de
nuestras voces en vivo, simplemente gracias. Ignoro si captáis
la ilusión que ponemos cada martes, el cariño con que nos
dirigimos a todos vosotros cuando hablamos de la literatura y de
la vida, pero es así. Sentarnos frente a los micrófonos, esperar
que se abran éstos y saber que ya, al encenderse el piloto rojo,
vamos a disparar nuestros corazones rumbo a esos hogares,
también con sus pilotos encendidos, nos hace sentirnos realmente
bien.
Soy, como muchos, de las que piensan que aún nos queda bastante
para ser hombres y mujeres de verdad. Ser humano es algo más que
tener las necesidades básicas cubiertas, más que poseer, más
incluso que acaparar elogios y piropos que hagan crecer
artificialmente el ego. Esta humanidad comenzará a empezar a
serlo cuando sienta que la verdad se instala sin miramientos por
las calles y los pasillos de las casas. Cuando los mensajes
verdaderos se acomoden en las charlas de quienes se deciden
porque sí a compartir. Fuera de nosotros las frivolidades más
exasperantes y los argumentos nocivos, el andar hacia la luz de
lo que somos será el modo de despertar. Y porque pienso así, sé
también que la comunicación ha de ser la única salvación. Abrir
mis cinco sentidos al mundo, contemplar, ver, oler cuanto se me
cruza un día cualquiera, emocionarme con la clarividencia del
otro es una de mis razones para vivir.
No pretendemos, ni mis compañeros ni yo, hacer oír de forma
dogmática nuestros sentires y razonamientos, únicamente haceros
cómplices de todas esas intuiciones y experiencias que la vida
nos ha ido dejando. Experiencias que a su vez queremos
transmitiros, sin olvidar que en ello tiene la literatura mucho
que ver. Por todo ello, gracias de nuevo: a vosotros, oyentes de
martes a martes, a mis compañeros, con los que comparto mesa,
micrófono -y vida y vivencias también-, y a toda esa galería de
escritores que inspiran tanto y tantas cosas.