Rincón de la Poesía
MI SALUDO, GRAZALEMA Me robaste el alma cuando el río retozaba feliz en los rosales. Cuando hablando de amor, los manantiales, estrechaban su cuerpo junto al mío. Me dejaste, mujer, ese vacío que no pueden cubrir mis madrigales, porque riegas de estrellas torrenciales el perfume que da tu poderío. Y al bañar el lugar donde me hallo contemplando tu albor, ¡tanta blancura!, el aliento del alma me domina. Convirtiéndome así en tu vasallo, tan feliz, que acaricio tu figura, con el rayo de luz que te ilumina. LA LUZ Será la luz del sol como si viera que la voz del crepúsculo levanta ansiedades de amor en la garganta de los seres que ven la primavera. Será vestir de besos la ribera cuando el pájaro azul feliz le canta, y, en el trino que da, la luz quebranta por las nubes que cortan su carrera. Que esa luz del amor, tan infinita, da reflejos de vida en cada orilla donde nace una flor fresca y lozana. Y la tierra mojada tiembla y grita cuando ve que ese rayo se arrodilla para hablar con su Dios cada mañana.
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