El azúcar, esa sustancia que solemos mezclar con el café de cada
mañana, es un hidrato de carbono de aspecto sólido,
cristalizable y con la cualidad de poseer un sabor muy dulce.
Generalmente es de color blanco, aunque también está el llamado
azúcar moreno, de color más oscuro y también más dulce. Un
análisis nos da un valor energético medio de 400 Kcal. por cada
100 grs. Su valor proteico es cero, así como el de grasas,
mientras el de hidratos de carbonos es del cien por cien. De
cualquiera de las maneras que penetre al organismo se absorbe
como dextrosa, y, acorde a su valor nutritivo, es el alimento
dinamógeno por excelencia.
Los azúcares, aunque pertenecen al grupo de los hidratos de
carbono desde el punto de vista químico, no forman una familia
propiamente definida por diferir entre sí en composición,
funciones específicas y comportamiento ante las levaduras.
Se caracterizan, como antes refería, por su sabor dulce más o
menos intenso y por ser cristalizables y solubles en agua y en
alcohol. Están muy repartidos en los reinos animal y vegetal:
las frutas maduras contienen fructosa (o levulosa), el azúcar de
las frutas, las uvas poseen glucosa, o azúcar de uvas, en la
leche tenemos la lactosa o azúcar de la leche, en la malta la
maltosa y en la caña de azúcar y en la remolacha se halla la
sacarosa, etc. La industria azucarera extrae el azúcar de estas
dos últimas plantas.
Fueron los indios de Asia quienes enseñaron a persas y chinos a
obtener azúcar prensando y triturando las cañas. Luego los
árabes difundieron su cultivo por el Mediterráneo y España lo
llevó a América, donde encontró clima y terreno propicios,
arraigando en la zona del Caribe de tal modo que en los primeros
años del siglo XVI ya se exportaba a Europa.
La liberación de los esclavos y la extracción del azúcar de la
remolacha fueron causa de una profunda crisis por parte de los
cultivadores de caña. Sin embargo, este cultivo se extendió por
Indonesia y en el siglo XIX llegó a China y al Este asiático.
Actualmente Asia cosecha más azúcar de caña que los países de
América Central.
El azúcar de remolacha se obtuvo a principios del siglo pasado
gracias a la técnica de dos alemanes, Marggraf y Achard, que
instalaron la primera fábrica en París. Hoy se obtiene un kilo
de azúcar tratando unos 9 k. de remolacha.
La rivalidad entre remolacha y caña ha sido constante desde el
momento en que se empezó a manipular la primera. Hacia los años
veinte, un 75 % del azúcar elaborado procedía de la caña.
Como en los últimos decenios se ha comprobado el alto valor
nutritivo del azúcar -aunque es un alimento polémico-, además de
que la industria de confitería y pastelería ha adquirido gran
desarrollo, la producción de azúcar ha aumentado y hoy se
equilibra el obtenido a base de remolacha y el de caña.
No quiero terminar este divulgativo sin proponerles un magnífico
y resolutivo remedio contra el hipo: Tráguense una o dos
cucharadas de azúcar de golpe y sin paladearla. No falla.