Ayer, frente al espejo,
vi reflejado mi rostro.
Me retuve un instante
pensando
que las huellas de la vida
me lo habían adornado
con surcos y arrugas,
pero, no me importa.
Me retuve otro instante
pensando en esas otras arrugas,
las que nacen del alma,
que son mucho más importantes.
Son arrugas abstractas,
esas otras arrugas,
las que al paso de la vida,
te hacen más daño.
Hechas por el dolor,
los sufrimientos,
y a veces por la pasión
-aún más incontrolable-,
arrugas, heridas, que la vida,
te va marcando.
Nada puedes hacer,
las arrugas llegan,
te van minando,
piel y alma, marchitas...
Pero, con optimismo,
sonríe el alma
y un arcoiris inunda tu pupila.