Las esquinas de mi barrio
son como fantasmas blancos.
Se mueven cuando la luz
les da reflejos dorados
igual que barcos veleros
sobre las olas bogando.
Nadie sabe como yo
que tienen vida sus cantos,
que se revuelven sus piedras
con movimientos humanos
y que a veces también cantan
cosas que no recordamos.
El tiempo, que va pasando
como un monarca censado,
sabe que mi barrio tiene
fantasmas negros y blancos
que corren tras la mocitas
de amores de contrabando.
Tienes, Plaza de Viudas,
un sortilegio gitano
que es un collar de misterio.
¡Las esquinas de mi barrio!
Esquina de Sacramento
la del almacén y estanco;
esquina la de Virgili
con el obrador cerrado;
esquina de Benjumeda
con el puesto de Rosario.
Todas tenéis un misterio
y un fantasma negro y blanco.
Negro, como noche oscura.
Blanco, como Cádiz blanco.
Blanco, como sal marina.
Negro, como oscuro manto.
Les esquinas de mi barrio
me cantan cuando yo paso
por martinetes gitanos.
Cuántas noches, de regreso,
por las calles de mi barrio,
he visto yo a sus esquinas
con movimientos humanos...
Y es que tienen tal sentido
de lo bueno y de lo malo,
que en vez de esquinas son almas
las esquinas de mi barrio.