Quiero anudar mis horas
y mis años
a esa roca gigante
tumba de mil estrellas amarillas,
eternidad durmiente
como un silencio anclado.
Quiero dejarme aquí, en la tierra,
ahondarme sin un ruido,
ser allí un sueño o roce
mitad hombre y verdad.
Quiero abrazarme fuerte
al árbol que no cede,
transfigurar el cuerpo
y dispersarlo,
despojar la simiente,
hacerme ausencia todo,
ser una tiniebla interminable.
Quiero cegarme yo a mí mismo
y así no contemplar
a los gélidos vientos cuando arrastren.