Ojo de cristal, aguas
limpias, voces certeras,
inconmovibles de los vientos.
(Mi dolor, por ser un dolor
de mucho y de tanto tiempo
va haciéndome lento.)
Copas erguidas y verdes
de los pinos agudos, recios,
bocas salinas de la marisma,
caparazones rojos y soberbios,
calizos élitros de la muerte,
mar todopoderoso y eterno...
(Mi dolor, por ser un dolor
de tanto y de mucho tiempo
se va tornando ceniciento.)
Oh, inconmovible luz de la tarde
que llegas siempre sonriendo,
orientes y puestas calidísimas,
pan del horno de Dios hirviendo
en gérmenes y esporas vivos
en contraluces y reflejos!
(A mi voz, por ser sola mi voz
se le va gastando el aliento.)
De todas, queda una certeza:
Amor, amor, amor. Ni aun muerto
mi amor habrá de derrumbarse
bajo el empuje de lo nuevo.