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Arturo Pérez-ReverteArturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) es uno de los escritores actuales de pluma más incisiva y reconocida. En la actualidad se dedica a la literatura plenamente tras una carrera importante como reportero de prensa, radio y televisión.

Como reportero ha estado presente en los conflictos decisivos de la época contemporánea (1973-1994): la guerra de Chipre, la guerra del Sahara, la de las Malvinas, la crisis de Libia, la evolución de Rumania, la guerra de Mozambique, la guerra del Golfo, la de Croacia, la de Bosnia, entre algunos de los más importantes.

La carta esféricaAparte de su dedicación en exclusiva a la literatura, terreno en el cual se ha convertido en un escritor consolidado en el ámbito español, escribe una página de opinión en "El Semanal", muy seguida por los lectores. Sus novelas son y han sido best-seller y podemos mencionar: El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El Club Dumas (1993), Territorio comanche (1994), La piel del tambor (1995), Patente de corso (1998), La carta esférica (2000), su título más reciente que ha ocupado el número uno en las listas de libros más vendidos de todo el país.

El maestro de esgrimaArturo Pérez-Reverte es, además, un autor premiado con distintos galardones. En 1993, el Grand Prix de literatura policíaca de Francia, en 1994 el Premio de la Academia Sueva de Novela Detectivesca a la mejor traducción extranjera por La tabla de Flandes, en 1994 por El Club Dumas el premio Palle Rosenkranz, en 1997 el premio Jean Monnet de literatura europea por La piel del tambor, en 2001, La carta esférica, en su traducción francesa, obtiene el Premio Mediterráneo por citar sólo unas cuantas distinciones.

 
El capitán Alatriste, la representación del Barroco.

Limpieza de sangreLa colección dedicada al capitán Alatriste inició su andadura en 1996 y, desde entonces, sus aventuras son leídas por avidez y esperadas por el público lector. Hasta la fecha ha publicado cuatro títulos: El capitán Alatriste (1996), Limpieza de sangre (1997), El sol de Breda (1998) y El oro del rey (2000).

El capitán AlatristeLa serie está protagonizada por un "capitán", que en realidad no lo es, de los tercios de Flandes. Se trata de una persona difícil de calibrar, con un sentido inquebrantable de la honra, orgulloso, muy humano, un personaje adornado de cualidades y defectos, amigo de sus amigos, enemigo atroz, que destaca por su valor y por su sentido de la justicia.

El telón de fondo de la serie es la España barroca, ese momento tan delicado para el país en que se inicia la decadencia política, económica, social y también moral. España era entonces un gran ídolo con los pies de barro. Es una época espléndida para las artes y las ciencias, el llamado "Siglo de Oro". Exactamente, el capitán Alatriste vive la época de Felipe IV, rey que, como hizo su padre, Felipe III, dejó el gobierno en manos de validos con lo cual la crisis aún fue más aguda.

Diego Alatriste es un antiguo soldado de los tercios de Flandes que malvive en el Madrid del S. XVII como espadachín a sueldo. Otro personaje básico es el servidor de Alatriste, el joven Íñigo Balboa. Es él quien, ya anciano, rememora los hechos y cuenta todo lo que vivió de joven al lado del capitán. Íñigo es hijo de un amigo de Alatriste y, al morir, su madre se lo encomienda. Es un personaje cercano a Lázaro, aunque con mejor fortuna; pero igual que él, Lázaro observa y aprende y sabe al final mucho más que si hubiera ido a la Universidad porque su vida está llena de grandes experiencias y pruebas. Al igual que Lázaro, Íñigo se dirige a "vuestras mercedes" que somos nosotros.

Al lado de estos personajes, aparecen otros reales que se relacionan con los ficticios como Felipe IV, el conde-duque de Olivares, Calderón, Lope de Vega, Góngora y, sobre todo, Quevedo que se muestra como un personaje de acción, no sólo de letras, gran espadachín, mordaz con el verbo, amigo de Alatriste.

Hay, por supuesto, personajes negativos, los antagonistas como Emilio Bocanegra, Gualterio Malatesta o Luis de Alquézar; al lado de personajes secundarios como Caridad la Lebrijana, Martín Saldaña, el Dómine Pérez, el Licenciado Calzas, Juan Vicuña y una larga nómina. Todos ellos se agrupan en torno a una sociedad muy realista y así se reflejan los soldados, la iglesia, los rufianes, los escritores, el mundo del hampa...

El primer título de la serie, El capitán Alatriste se sitúa en el Madrid de los Austrias, con el cual es fácil poder seguir el itinerario de sus andanzas. Así encontramos los lugares muy precisos, como el río Manzanares, la calle de Toledo, la Plaza Mayor, el Alcázar Real, la Plaza de la Cebada, la Puerta del Sol, la calle Alcalá, el Prado, los Jerónimos...

Limpieza de sangre sigue las peripecias de Alatriste, contratado para rescatar a una joven novicia en San Ginés. Sigue el itinerario por el Madrid de Felipe IV, entre tabernas, estocadas, la presencia de amigos como Quevedo y enemigos como el secretario real Luis de Alquézar, el inquisidor Emilio Bocanegra y sobre todo el espadachín italiano Gualterio Malatesta.

El sol de Breda se sitúa en Flandes en 1625. Allí somos testigos, gracias a la visión de Íñigo Balboa, que es el mochilero del capitán Alatriste, de la rendición de Breda, que Velázquez inmortalizará en uno de sus cuadros más famosos. Pérez Reverte recrea este cuadro y todo lo que le precedió. Se aleja, pues, del Madrid de los Austrias y se centra en otro de los escenarios de la época, el de los tercios de Flandes, las batallas, el frío, la guerra.

El oro del rey se sitúa en Sevilla en 1626. Nuestros personajes han regresado de Flandes y reciben un encargo singular. Así se desplazan a Sevilla para llevar a cabo una misión en la cual se halla implicado el propio rey, una misión relacionada con el contrabando del oro que los galeones españoles traen de las Indias. En Sevilla encontramos un mundo abigarrado, el de los bajos fondos, de la cárcel, de las tabernas de Triana, los arenales del Guadalquivir, un mundo lleno de amigos y de muchos enemigos.

 
Estructura, tiempo, estilo y crítica
 
Vemos que las obras dedicadas a Alatriste se estructuran de acuerdo a una organización cuidada, pensada en torno a distintos capítulos y epílogos que nos centran la acción. Pérez-Reverte suele seguir la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace.

Respecto al tiempo, son muy precisas las alusiones temporales como estamos comprobando, desde el primer título que se dice que sucedió hacia "el veintidós o el veintitrés del siglo", hasta el último título que se sitúa en 1626.

En cuanto al espacio, nos movemos entre Madrid, Flandes y Sevilla y podemos presumir que los escenarios se ampliarán en los siguientes títulos, aún no publicados, La venganza de Alquézar y Misión en París, que, por el título, parece que sucederá en la capital del Sena.

Destaca también en los libros el dominio de la literatura de la época; pero relacionada con los personajes y aventuras. Es un trabajo preciso de Pérez Reverte que acude a los versos de Quevedo, de Lope de Vega o de Góngora, versos muy conocidos la mayoría de las ocasiones. Por ejemplo, asistimos, pasmados, a cómo, de repente, Quevedo escribe o pronuncia un verso como si tal cosa. Eso nos los hace más humanos.

Pérez Reverte lleva a cabo un trabajo importante al trabajar la lengua que hablan sus personajes, reproduce la misma lengua del S. XVII, con expresiones propias de la época. Palabras como "fámulo", "menina", "tonsura", latinismos o extranjerismos como "chapeo", "bigote", al lado de expresiones como las que se empleaban en el barroco, coloquiales e, incluso, malsonantes, de acuerdo a los personajes que las pronuncia como "voto a...", "dásele una higa", "agua va", "ir a escote" y otras muchas.

Pérez-Reverte, en esta serie y, en general en sus obras, no es ajeno a la crítica, a la ironía y aprovecha para contarnos algunos aspectos que, en boca de Alatriste, reproducen, seguramente, su propia opinión.

Gracias a Pérez-Reverte entendemos de modo directo, como testigos excepcionales, una época crucial para el destino de España y lo hacemos sin aspavientos, de manera fluida, vemos los contrastes del momento, el desengaño de la vida propio del barroco, la visión negativa de la realidad, el pesimismo y, sin duda, también unos valores y un código del honor realmente firmes frente a la debilidad y corrupción generalizadas.

No se trata, pues, de una serie llena de aventuras con mucha acción, sino que es mucho más profundo, porque, con la lectura detenida de las peripecias del capitán Alatriste, lograremos hacernos una visión de conjunto de un período glorioso en las artes y dramático en otros muchos aspectos, porque Pérez-Reverte no deja de lanzar constantes críticas a la Inquisición, a la clase política, a la intransigencia religiosa y ello sin merma del estilo y de los valores que, sin duda, aparecen en sus libros.






 

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