Pedro María González Gutiérrez, hijo de Juan, natural de Andújar
y de María Teresa, de Gerena, nace en Osuna el 26 de Abril de
1764. En 1º de abril de 1781 ingresa en el Real Colegio de
Cirugía de la Armada ubicado en el Hospital Real de Cádiz.
Durante los estudios obtuvo brillantes calificaciones,
consiguiendo el primer premio en los exámenes generales. En
noviembre de 1786 y por sus méritos académicos, es nombrado
Cirujano Primero.
Destinado al navío «San Sebastián», de base en Ferrol, realizó
experimentos para dulcificar el agua del mar y el uso de
ventiladores en el fogón de hierro, prácticas que le serán muy
útiles en la Expedición Malaspina. Tras permanecer once meses en
el «San Sebastián». El buque pasa a ser desarmado, embarcando
Pedro María en la fragata «Santa Perpetua», de la cual pasaría a
la corbeta «Atrevida».
González, que además de cirujano era naturalista, ornitólogo y
taxidermista descubrió durante una excursión científica a bordo
de una lancha de la corbeta, varias especies botánicas y
zoológicas, de las cuales algunas se conservan en el Museo de
Ciencias Naturales de Madrid, como las descritas en «Aves de
Guayaquil» y en «Zoología de Acapulco». Durante esta excursión
les sorprendió una fuerte borrasca que arrojó su lancha sobre
unas piedras, destrozándose cuanto contenía y malográndose
varias adquisiciones preciosas para nuestras colecciones
naturales. Milagrosamente pudieron los tripulantes salvar su
vida alcanzando una vecina playa en la que maltrechos, mojados y
sin comida, tuvieron que aguardar hasta la siguiente mañana, en
que fueron recogidos. Hasta su muerte le duraría a González una
persistente tos adquirida sin duda en aquella infortunada noche.
A su regreso a Cádiz terminada la expedición científica, inició
un trabajo sobre las enfermedades de la gente del mar, que tuvo
que interrumpir cuando, a petición del Tribunal del Consulado
del Mar de Cádiz, embarcó en agosto de 1797 en la fragata
«Esperanza» rumbo a Esmirna con el encargo de examinar drogas
medicinales que pudieran convenir al comercio nacional, así como
de investigar sobre la peste de Levante, tratando de descubrir
los medios que podrían utilizarse para preservar a las
tripulaciones de tan terribles epidemias. Ese mismo año de 1797
había contraído matrimonio en Cádiz con Bárbara Campos Soler,
oriunda de Mahón.
Cerca de dos años y medio permaneció en Turquía y al regreso fue
hecho prisionero de los ingleses de Mahón, entregando al
Tribunal del Consulado su trabajo que comprendía dos voluminosos
tomos, que posteriormente desaparecieron.
Durante la expedición se presentaron casos de escorbuto entre
los tripulantes que trató e investigó, basándose en casos
anteriores y comprobando que con comida de vegetales, naranja y
limón, mejoraban sensiblemente los afectados. Este mal fue
conocido en el siglo XVII por la «peste del mar». Muchos barcos
con enfermos a bordo se acantonaban en los cabos de Hornos y de
Buena Esperanza, por lo que a estos se les llamaba los «cabos
del escorbuto».
Pedro María González está considerado como el que de forma más
completa, descubrió los síntomas y fases del mal en su época.
Ya en España y vuelto al colegio, ocupó los cargos de Director
anatómico, Practicante Mayor de Medicina y Vicerrector. En 1799
se le concedieron los «mismos goces y haberes que disfrutaban
los catedráticos».
En 1801, siendo Ayudante de cirujano Mayor, escribió
«Disertación médica sobre la calentura maligna contagiosa que
reinó en Cádiz el año de 1800».
Por aquel entonces había sido nombrado catedrático sustituto
propietario. En 1802 embarcó como Protomédico y Cirujano Mayor
de la Escuadra del General don Domingo Navas, con destino a
Argel y posteriormente en la del Marqués del Socorro, para
Nápoles con objeto de recoger a los Príncipes de Dos Sicilias
que desembarcarían en Barcelona.
En 1804 es nombrado Maestro consultor y en 1805, catedrático de
número de Fisiología e Higiene, cargo que desempeñó durante
treinta y dos años.
Las experiencias que González había realizado durante su embarco
en el «San Sebastián» se comprobaron al regreso a España, según
confirmó Malaspina.
En 1836 se retiró del servicio activo, falleciendo en Cádiz el
28 de junio de 1838.
En lugar preferente del Hospital de San Carlos de San Fernando,
hay una lápida procedente del antiguo y demolido hospital con la
inscripción siguiente:
A LA MEMORIA DEL DR. D. PEDRO MARÍA GONZÁLEZ
MAESTRO CONSULTOR DEL REAL COLEGIO DE CIRUGÍA MEDICA DE LA
ARMADA
AUTOR DEL EXCELENTE TRATADO DE LAS
ENFERMEDADES DE LA GENTE DEL
MAR (1805)
EL CUERPO DE SANIDAD DE LA ARMADA
AÑO DE 1878.
Fernández Duro, notable marino e historiador, hace del Doctor
González Gutiérrez el siguiente comentario:
«Catedrático del Real Colegio de Medicina de Cádiz, y navegante
durante muchos años, es autor de las instrucciones higiénicas
para el viaje de las corbetas «Atrevida» y «Descubierta», entre
muchos trabajos de la profesión a los que puso cima con el
«Tratado de las enfermedades de la gente del mar», obra de
precio que comienza con observación desarrollada, de que «todos
los males que acometen el género humano tienen su origen en el
modo de vivir de cada individuo, o en las particulares
constituciones de la inmensa masa de fluido en que nos hallamos
sumergidos».
Asimismo el destacado médico de la Armada don Venancio Almazán
García, autor en 1904 de un Manual para Practicantes de Marina,
refiriéndose a la citada publicación dice:
«Hoy por el mucho tiempo transcurrido desde que aquella obra fue
dada a la luz, debe considerarse como una reliquia de gran valor
histórico, dados los adelantos que la medicina y sus ciencias
auxiliares han realizado.
A finales de julio de 1789 zarpó de Cádiz la expedición a
América y Oceanía que quedaría en el recuerdo de los gaditanos
como la «Expedición que dio la vuelta al mundo» y que fue el
broche de oro de las expediciones científicas habidas entonces,
por sus descubrimientos y enseñanzas. Se componía de las
corbetas «Descubierta» y «Atrevida». La primera mandada por el
marino español de origen italiano don Alejandro Malaspina
Molilupi, que a su vez era el jefe de la expedición; la segunda
era mandada por don José Bustamante Guerra.
Ambas regresarían al puerto de origen en septiembre de 1794.