En la arena tibia descansaba,
cerca de la orilla había paz,
dorados reflejos se abrazaban,
al barco que marchó sin regresar.
Marinero de amores, dime ahora,
si la brisa te puede divisar,
y llevarte el aroma que sugieren,
mis caricias y eterno palpitar.
Baluarte de celos, rosas rojas,
navegan con el alma que se va,
el vaivén de tu cuerpo roza el cielo
con la dicha de ser amor sin más.
Vuelve algún día marinero,
devuélveme el candor que yo te di,
dale un beso y sopla luego,
el viento lo traerá hasta mí.
Esperaré sin prisas, día a día,
tu regreso que ha de despertar,
la esperanza del corazón que espera,
volveremos a ser las primaveras,
como la vez que nos amó este mar.