El intelectual liberado hoy podía ser considerado una rara avis,
una persona que no se ata al poder, ni a los convencionalismos
políticos y sociales, no está afiliado a ningún partido
político, ni a ningún sindicato y va a contracorriente con sus
ideas y pensamientos, que expresa libremente, sin cortapisas, en
los medios de comunicación social que se lo admiten y no es
políticamente correcto, otro pecadillo que algunos no perdonan,
por no aceptar determinadas consignas de los poderes fácticos
encubiertos.
El intelectual liberado a veces se ve frenado en su verborrea
intelectual al expresar determinado punto de vista que daña la
imagen de ese medio de comunicación y entonces no le queda más
remedio a veces para subsistir que relajarse o moderar sus
extremistas ideas o pensamientos y comer en el pesebre y
comulgar con ruedas de molino.
Todos estamos influenciados por las ideas que circulan en
nuestro circulo social o cultural o por tendencias mediáticas de
determinados medios de comunicación que nos inducen a pensar de
tal o cual manera, en un Mundo que tiende a la globalización y a
la uniformidad de ideas y pensamientos.
El intelectual liberado en la sociedad hedonista y pasota que
nos toca vivir se cree él mismo un bicho raro, por no seguir las
pautas de la moda, que de manera subliminal la multinacional nos
ofrece a diario a través de la publicidad o creando corrientes
de opinión para el consumo generalizado de sus artículos y es
que don dinero es el rey y hay que adorarle y hacerle
sacrificios dinerarios en su honor, todo debe tener su
rentabilidad, sino, no merece la pena exhibirle en el mercado y
antes de sus exposición sesudos especialistas en el tema han de
comprobar que el artículo en cuestión se va a vender bien y con
una buena campaña de marketing y publicidad todo irá sobre
ruedas, algo que el intelectual liberado entiende, pero su
espíritu creativo no lo comprende.