"Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera
de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto,
tendrá los cabellos canos."
Rosalía de Castro
Una emoción personal anima bastante versos de Rosalía de Castro,
emoción asociada a la visión de un lugar campestre. "No habiendo
aprendido en otra escuela que en la que nuestros pobres aldeanos
-escribía la poetisa en el prólogo a los Cantares gallegos-,
sólo guiada por aquellos cantares, aquellas palabras cariñosas y
aquellos giros nunca olvidados, que tan dulcemente resonaron en
mis oídos desde la cuna, y que fueron recogidos por mi corazón
como herencia propia, atrevíme a escribir estos cantares". Por
todo ello, los mejores versos de Rosalía de Castro son los que
escribió en gallego.
No siempre sus temas derivan de alguna emoción nostálgica o
melancólica; también ocurren otros de inspiración religiosa.
Otros derivan del patriotismo regionalista, en los cuales halla
la voz contra la injusticia ("Y el hambre de justicia que abate
y que anonada"), que estima cometida por el resto de España
contra su región nativa; injusticia simbolizada en la figura del
emigrante gallego. "Este vaise e aquel vaise, / e todos, todos
se van; / Galicia, sin homes quedas / que te poidan traballar".
En general, el amor, frustrado es verdad, y el odio, excitan
casi siempre a la poesía gallega, y ella misma nos repite en
varias ocasiones lo que dice este verso: "En mi pecho ve juntos
el odio y el cariño". Esa confusión de emociones contrarias
origina quizás en ella el desasosiego, el descontento de que sus
versos se hacen eco tantas veces; aunque acaso otras dé a su voz
el tono enérgico que tiene en composiciones como la que
comienza: "Atrás, pues, mi dolor vano con sus acerbos gemidos".
Rosalía de Castro de vida difícil y dolorosa, nace en Santiago
de Compostela, el 24 de febrero de 1837 y fue inscrita como
"hija de padres incógnitos". Se cría en Ortoño, al cuidado de
una tía, hasta que es reconocida por su madre. Un buen día la
niña escribe sus primeros versos. En el Liceo de la Juventud,
con 17 años, actúa como protagonista de una representación
dramática. En 1856, Rosalía de Castro se traslada a Madrid, al
año siguiente publica su primer libro de poemas, en lengua
castellana: La flor.
En 1858 Rosalía contrae matrimonio con Manuel Martínez Murguía,
destacado historiador de Galicia. A partir del casamiento, el
matrimonio cambiará constantemente de domicilio; viajes por
Andalucía, Extremadura, La Mancha, Levante. Sufre de un modo
punzante, casi enfermizo, la nostalgia de su tierra, del paisaje
que le rodea siempre y sin el cual no sabría vivir. El 15 de
julio de 1885 muere Rosalía de Castro en la casa de La Matanza,
en la parroquia de Iría.
Rosalía de Castro tiene una disposición natural para "sentir
como propias las penas ajenas". En el prólogo de Follas novas se
excusa de que puedan tomarla por una "inspirada", y no estima su
libro un libro "trascendental", ya que por ser mujer es "arpa
sólo de dos cuerdas, la imaginación y el sentimiento". Una
observación interesante es: "En este libro prefiero, a las
composiciones que pudieran decirse personales, las otras que con
más o menos acierto expresan las tribulaciones de aquellos que,
unos tras otros y de distintos modos, vinieron durante largo
tiempo a sufrir a mi alrededor". Y eso, en una época cuando el
poeta se iba ya alzando frente al resto de la humanidad como
criatura única y solitaria por excelencia.
Descontando la originalidad de su obra, la conexión de ella con
la poesía galaica, y sobre todo con la gallega medieval, el
recuerdo de Bécquer es visible en ella. Y hasta puede hallarse
en los versos de la poetisa gallega anticipaciones al acento de
algún poeta futuro, como éstos: "Bajemos, pues, que el camino /
antiguo nos saldrá al paso... / lleno aún de las blancas
fantasmas / que en otros tiempos adoramos", que hoy pueden
recordarnos a Machado, y hasta el tema de un poema bien conocido
de Machado: "Yo voy soñando camino", y lo hallamos en un poema
gallego de Rosalía de Castro: "Unha vez tiven un cravo". En
algunos suyos hay cierto anticipo del tono modernista, como en
esta otra "salutación del optimista": "Frescas voces juveniles,
armoniosos instrumentos". Por último, no insistiendo más en
estas coincidencias curiosas, sus versos: "Para llenar el mundo
/ basta a veces un solo pensamiento", despiertan un eco de
aquella sentencia maravillosa de San Juan de la Cruz: "Un solo
pensamiento vale más que el mundo".
En Rosalía de Castro se da esa doble perspectiva: hacia el
pasado, de una parte, y hacia el futuro, hacia la poesía
moderna, de otra, conectando la poesía de fin del siglo XIX con
la mejor poesía de hoy. El atractivo de su poesía ha ido
resistiendo el paso del tiempo porque en ella vibra la voz
armoniosa y desbordante de la emoción poética.
Rosalía de Castro que tanto lugar hizo en sus versos a los
humildes, a las víctimas de las injusticias sociales, a la
pobreza y al dolor, comprendía y apoyaba a sus paisanos cuando
salían de su tierra en busca de pan y... sólo recogían
humillaciones y durezas...
"Castellanos de Castilla, / tratade ben ós gallegos; / cuando
van, van como rosas; / cuando vén, vén como negros".