La mayoría de la gente -en especial la no habituada a leer
poesía- está acostumbrada a considerar como temas poéticos
aquellos que están vinculados con un sentir tradicional en los
que se inscriben la naturaleza, los sentimientos, los recuerdos
y Dios, más como alabanza que como inquietud.
Dentro de la misma poesía más de un poeta se ha preguntado qué
es poesía. Enseguida se nos viene a la memoria aquel célebre
verso de Bécquer como respuesta de que "Poesía eres tú". Esta
afirmación del poeta sevillano, esencialmente romántica, estaba
muy lejos de la que podía haber dado su contemporáneo Núñez de
Arce o el mismo Campoamor. Ya, entre nosotros, Lorca, a
instancias del cuestionario a que le somete, como a los demás
poetas antologados, en su famosa Poesía española contemporánea
Gerardo Diego, dice textualmente: "Pero, ¿qué voy a decir yo de
la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo. Mirar,
mirar, mirarlas, mirarle, y nada más. Comprenderás que un poeta
no puede decir nada de la Poesía? Eso déjaselo a críticos y
profesores. Pero ni tú ni yo ni ningún poeta, sabemos lo que es
la Poesía". (pág. 403)
Si un gran poeta -para mí auténtico genio literario- como Lorca
dice esto, callémonos los que nos acercamos al tema con dudas
tópicos como los anteriormente citados.
De todas maneras, se impone una aclaración de urgencia y no
tenemos más remedio que concebir la poesía, en principio, con un
talante, creo, más espontáneo que tradicional y asociar con el
pueblo la poesía con la celebración de sucesos acaecidos en una
comunidad, por ejemplo, el de las cosechas, posiblemente la más
primitiva de las manifestaciones sociales en literatura, así
como el canto fúnebre, el de bodas y previo a éste el amoroso
sin ansiedades, por supuesto, como nos demuestra el Cancionero
lírico tradicional, como ejemplos como los que siguen: "A segar
son idos / tres con una hoz, / mientras uno siega / holgaban los
dos". "¡Llorad las damas, si Dios os vala! / Guillén Peraza
quedó en La Palma. / La flor marchita la de su cara". "Estos,
mis cabellos, madre, / dos a dos los lleva el aire"... Podríamos
llenar esta página de ejemplos, pero estos son los que ahora se
me vienen a las mientes. Dejemos aparte las grandes obras épicas
griegas y la latina Odisea como estructuras literarias más
sofisticadas que cumplen fines políticos desde unos
planteamientos previos y con selección de recursos retóricos.
Sin embargo, hoy que todo se cuestiona, cualquiera podría
preguntar si la poesía es más de sentir que de escribir. ¿Acaso
no conocemos a poetas que carecen de mundo interior e incluso de
la supuesta sensibilidad para expresarse en verso y, por lo
contrario, sabemos de gente sencilla que trasmite sentires
exquisitos con toda la naturalidad del mundo?
Decía Machado que se canta lo que se pierde, pero no toda poesía
obedece a una motivación nostálgica, porque como afirma L.
Arréat, la fuente de toda poesía es el sentimiento íntimo de lo
indecible. Con esta definición entramos en una noción de la
poesía no contemplada hasta ahora en este artículo, ni siquiera
es posible que la admitan muchos poetas, ocupados en una poesía
ambientada, como en el caso de los Novísimos y sus seguidores,
en temas de la modernidad, con especial hincapié en el mundo de
la imagen y cierto aire de decadentismo venecianista.
Qué lejos está esa visión poética de la que propugnaba san
Alberto Magno: "La poesía, induciendo a los hombres a la
admiración, es fuente de filosofía". Pues bien, desde esta etapa
de la poesía como "ancilla" (esclava o servidora) de una
filosofía o teología hasta nuestra concepción en plena libertad,
han transcurrido siglos de controversia, como hoy aún se debate,
se discute y se llega a aquel encogerse de hombros de Lorca,
como vimos al principio: "Pero, ¿qué voy a decir yo de la
poesía?"
Preguntándonos por los temas de la poesía también nos hemos
interrogado sobre cuál es su naturaleza. Hasta ahora solamente
tenemos respuestas provisionales. Quizás no podemos ir más allá
de esta eventualidad. Quizás, a la postre, la historia de la
poesía sea nada más que esa historia a retazos de preguntas que
tienen como respuestas la expresión de cada época. Pero quizás
el poeta no sea el más indicado para definirla.