En homenaje a Groucho Marx,
en el 25 aniversario de su muerte.
Para Merche Baeza, mi mujer.
- ¿Una copa de vitriolo?
- Bueno, pero no me la cargue mucho.
- A estas horas tampoco importaría en exceso.
- No, si lo digo por la resaca...
- Pues parece que no hay demasiada: apenas se mueven las olas.
- Claro, porque la resaca va por dentro...
- Si yo fuera resaca denunciaría al vitriolo por secar
alternativas.
- Y si yo fuera su mujer le pondría "los cuernos"...
- Exacto, yo también.
- ¿Usted también, qué?
- Que sería su mujer si no fuera su resaca...
- ¡Ah, ya...! Pero avíseme con tiempo. No me gustaría confundir
a mi resaca con mi mujer. Sobre todo a estas horas.
- Son horas mágicas... Lo mismo aparece un conejo que una
paloma.
- Oiga, ¿está usted confundiéndome?
- No, por cierto...
- ¿Entonces por qué mezcla los conejos con mi señora, y mi
resaca con las palomas?
- Sólo le apuntaba que no es lo mismo un conejo que una
paloma...
- Por supuesto, aunque ambos tienen rabo.
- ¿Ve usted?: en eso no hay discusión posible. También mi mujer
tiene rabo y resaca...
- Ande, ande, tómese el vitriolo que se lo he puesto "en las
rocas".
- ¿Y por qué me lo ha dejado tan lejos? Tampoco hay que
enfadarse tanto por el rabo de su señora.
- No, si ya me lo imaginaba... Ayer pude comprobar que no era
abstemia.
- ¿Por la resaca?
- No, por los cuernos.
- ¿Del conejo o de la paloma?
- Pero, hombre, no sea usted diletante: de mi señora.
- Ya, si no hay que fiarse nunca de las apariencias profundas.
Al fin y al cabo los cuernos y los rabos son casi lo mismo...
- ¡Pues quién lo diría! Aunque, pensándolo bien, no va usted muy
descaminado: algo intuía yo de rabos y de cuernos.
- Intuya, intuya, buen hombre, porque para el buen intuidor será
el reino del vitriolo...
- Por cierto: ¿podría acercármelo desde las rocas? La verdad es
que estoy sediento...
- Bueno, pero no se acostumbre, que engancha.
- Tranquilo: vuelvo a intuir que será la primera y la última.
- En eso nos diferenciamos, amigo. Como le dijo mi señora a mi
resaca, o al conejo, o quizás a la paloma, meneando el rabo: "Te
perdono que no te levantes, querido, pero no que no te rías..."
- Por supuesto.