Yo me bajé hasta la fuente
por verte beber del caño...
¡Que catarata de espuma
en el borde de tus labios!
El agua -sonrisa fresca-
llenaba tus dientes blancos
de mil globitos azules
que estallaban en pedazos...
Yo te miraba, escondido,
celoso del beso largo
que te estaba dando el agua
sobre el calor de tus labios...
Y la fuente, al descubrirme,
te miraba y te miraba
con ojos de sobresalto...