Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 2002 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces
A Federico Sánchez Peral

Con los ojos, tan solo entreabiertos, se resistía a despertar, se negaba a reaccionar ante el temor de lo desconocido, y su mente no había desperezado su función encontrándose aún somnolienta. La tenue luz del fluorescente, geométricamente instalado en el blanco techo de la habitación, y un leve tintineo metálico, le distraían manteniéndole ajeno a las voces susurrantes que oía lejanas. Sus entrañas, dormidas e insensibles, pedirían a gritos, si pudieran, que les permitiesen permanecer en ese éxtasis extraño, en ese flotar sin tactos, sin sentidos y sin dolor. Los párpados, fortalecidos por el progresivo e indeseado despertar, hacían más fuerte su unión, su abrazo vertical que todo lo oscurecía.

Esas nuevas sensaciones le traían el recuerdo de otras, de aquellas que había percibido en el instante mismo del pinchazo; la aguja entró en su vena sin oposición, fácilmente y, a través de ella, discurrió un sueño licuado que no le dejó tiempo para pensar que estaban durmiéndole, quizá para siempre. 

Le pareció un momento. Se le calmaron los males sin sentir las heridas, se le agolparon los amores y se le apretó la vida, todo junto, todo en un solo segundo, y apenas recordaba la mano que le rozó la frente en una silenciosa despedida, como el más tierno de los adioses.

Las voces lejanas se le acercaron, se dirigían a él dulces y amorosas, pero a ninguna de ellas reconoció. En un instante de curiosidad dejó que sus ojos abortasen el abrazo de los párpados, la luz le pareció más intensa, extremadamente blanca; contrastaba con el verde de las figuras que rodeaban el túmulo en el que creía reposar. Movió levemente la cabeza para decir que sí, que se encontraba bien, era un mudo movimiento que repetía a cada pregunta del personal de quirófano. 
No quería despertar, y menos ahora que se sabía vivo, que había vuelto, que imaginaba, esperándole, todo aquello que perdió cuando le durmieron. Sintió como alguna enfermera le tomaba la mano y la apretaba en un gesto de cariño y triunfo, y se olvidó del sueño y del tiempo.

Transcurrido el período prescrito por las normas del centro, fue trasladado a la habitación y allí, en el despertar definitivo, no recibió la luz del fluorescente centrado en el techo con perfecta geometría, tampoco percibió el verde intenso de las batas sanitarias, ni oyó el tintineo metálico del instrumental. Las voces susurrantes sí le fueron familiares y se vio, a su regreso, observado por facciones y muecas que reconoció. Sin embargo, esas voces y sus caras le parecieron nuevas.





 

volver  arriba

Pulse la tecla F11 para ver a pantalla completa

contador

BIOGRAFÍAS | CULTURALIA | CITAS CÉLEBRES | plumas selectas

sep