Dios eres tú, ángel inmenso
en vuelo sin alas
que pasa y se queda,
y deja un reguero
de benditas palabras.
Dios eres tú, soy yo,
nosotros y ellos;
un único cielo
luciendo en la noche
estrellada.
Millones de estrellas.
Un alma.
Dios eres tú,
tu saber,
tu conciencia,
tu pregunta,
tu anhelo,
tu duda,
tu esperanza.
Dios es de ti
lo que se queda
cuando creas
que ya no queda nada.
El ojo que nos mira
y el ojo que recoge
la mirada.
Una sola pupila
que contiene
la retina del cielo,
del mundo, del amor,
del ciego, del niño,
del viejo, de la piedra
y de la planta.
Dios eres tú,
el milagro de la vida
bautizada con tu nombre
y bañada por el agua
pura y transparente
de tu gracia.
La fuerza que te nace,
que te vive,
que te muere,
y te traslada
al mundo de ti sin ti
donde eres también yo,
nosotros, él,
tierra, fuego, aire,
Ser y agua.
Dios eres tú,
tu inmenso todo
expandido desde el juego
infinito de la nada.