Página anterior. Volver Portada gral. Staff Números anteriores Índice total 2003 ¿Qué es Arena y Cal? Suscripción Enlaces
De todas las consignas -mil veces pregonada- de nuestros actuales gobernantes y su popular Partido, tenemos que destacar la de su afán por la igualdad de derechos entre hombre y mujer y -al hilo de la lógica, siguiendo la pauta de lo que se recoge en nuestra Constitución- la no discriminación por razón de sexo.

Magnifica consigna, magnífica idea, magnífica razón lógica -pues qué otra cosa puede ser lo que no es sino una ley natural- a la que me adhiero, aplaudo y que comparto plenamente.

Pero, hete aquí que, cual prodigioso mago de chistera y conejo de los tebeos infantiles, se sacan de la ancha e impoluta manga de sus mayorías congresiles, ¡ale, hop!, un reluciente as de oro -con valor facial de cien euros de vellón- que esgrimen como sorprendente triunfo y que, ¡tatachín, tatachán!, es puesto en el BOE con todos los honores para ser repartido mensualmente a todas las madres trabajadoras con niños menores de tres años.

Esta asignación dineraria, que en principio podía parecer un logro social, una positiva y beneficiosa ayuda para clases más necesitadas o menos favorecidas, apenas le das un par de reflexivas vueltas, la priva de orlas y oropeles y la despelota de tules, chafalonías y relumbrones, te percatas de que no es sino una absoluta chapuza salida del desparpajo, la falta de solidaridad, las incongruencias entre dichos y hechos y la más que probada miope visión de futuro de nuestros ínclitos mandamases.

Porque esta mísera limosna -que no de otra forma se puede llamar al engendro-, no sólo es altamente discriminatoria, por las razones que ahora expondremos, sino que, también, por parte de esas mismas razones, inconstitucional.

En primer lugar, discrimina a toda madre, mujer trabajadora, que NO trabaje fuera de casa. O sea, que Vd., joven y sacrificada madre, se desloma todos los días quitándole horas al sueño y al ocio para llevar adelante todo el trajín de la casa y para que sus tres hijos vayan decentitos al colegio y a la guardería, y Vd., como "no trabaja", como (para más inri) no tiene nómina, no tiene derecho a la limosna.

En la misma línea, las madres, mujeres trabajadoras, que están en paro. Si Vd. ha quedado cesante -ya ve, cuando más falta le hace-, aunque siga con sus hijos y todas las mismas cargas, Vd. tampoco tiene derecho a la percepción de la generosa dádiva.

Otra grave discriminación -y ésta se pasa por el forro el artículo catorce de nuestra Carta Magna-, es la de que los hombres, sean casados, viudos, separados o lo que sea, aunque tengan hijos menores de tres años a su cargo, aunque trabajen, aunque cumplan todos los requisitos de la normativa, no tienen derecho a la percepción.

Por último, en su peculiar y absurda normativa, no tiene en cuenta las retribuciones ni capacidad económica de las perceptoras. Esto quiere decir que habrá un número de mujeres, de escasos recursos, a los que la limosna le vendrá bien para poder alternar los huevos con papas fritas de todos los días con algún filetito de ternera, y hasta la naranja del postre por un televisivo yogurt enriquecido con calcio y vitaminas. A las otras, a las señoras trabajadoras con puestos y retribuciones superiores, no es que les venga mal, pues así tienen para el gasto de peluquería del caniche, pero que, por Dios, que no hacía falta tanta molestia...

Con esta chapuza limosnaria, al igual que las que hacen con jubilados y pensionistas (hombres y mujeres que se dejaron los sudores y la vida para hacer estos cómodos caminos por los que hoy pasamos), han conseguido poner titulares en los periódicos y otros medios, incluso es posible que hayan conseguido crear un pseudo clima de confianza o engendrar una percepción de que se preocupan por el bienestar de los más necesitados, pero -ahí está, pasen y vean-, sólo es una falacia, una cortina de humo para ocultar la concreta e insoslayable realidad de que las familias trabajadoras, compuestas de hombres y mujeres, necesitan más ayudas, descuentos fiscales y beneficios reales para poder tener hijos y sacarlos adelante. La actual tasa de natalidad -en continuados mínimos históricos- es un hecho preocupante que nos va a pasar cuentas. Ya mismo. Y con muy graves consecuencias. Y tendremos que acordarnos de las madres -aunque ellas no tengan culpa- de los que estaban obligados y no hicieron nada por evitarlo.

Cosas como estas -que ya se suman a otras muchas- son las que me hacen dudar, no de una posible falta de buena voluntad e intención, sino de la capacidad, propia e intrínseca, de quienes nos gobiernan. Y, sí, ya lo sabemos, pero, aún así, aunque los omnipotentes señores dueños de todo lo habido y por haber les tengan cogidos por las pelotas, y quien manda manda y cartuchos al cañón, un gobierno no puede dar de lado a la mayor riqueza de un país, que, mírese por donde se mire, no es otra que el capital humano. 

Y, sé, estoy seguro, de que del conjunto habría que salvar a unos cuantos, a los que se llevan las manos a la cabeza, a los que chascan los dientes y clavan las uñas en los asientos de su ministerial sillón cuando en sus oídos suenan las charranas voces que anuncian-dictan tamaños despropósitos, pero se recomponen, entonan el "ajo y agua" y retornan una y otra vez haciendo oídos sordos a la propia voz de la conciencia. Y seguro que lo pasan mal... Pero, aguantan, consienten, no revientan, no...

Miopes, consentidos, chapuceros... Realmente, hacen hablar a los muertos.







 

volver  arriba

Pulse la tecla F11 para ver a pantalla completa

contador

BIOGRAFÍAS | CULTURALIA | CITAS CÉLEBRES | plumas selectas

sep