Vuelves.
El tiempo de papel
se retuerce
en tu mano de retorno,
y lo arrojas a una esquina
olvidada desde ahora.
Aquel dolor apaisado
se convierte en las arrugas
de un olvido redondo.
Qué bella confusión
que el amasijo de palabras
sin tu nombre junto al mío
se vuelva destructible.
Qué oscuros llantos
se disuelven
entre muros con ventanas
que no existen.
Las otras,
las de mi risa
de par en par
orientada hacia la tuya,
renuevan el aire
que por fin
hoy nos respira...